La Palabra es el mismo aliento de Dios; es Espíritu y es vida

Toda la Escritura es inspirada. Toda la Escritura es inspirada por el aliento de Dios (2 Ti 3:16), exhalada desde el mismo ser de Dios. Toda la Biblia es la inspiración de Dios al hombre, la transmisión de todo lo que Dios es, el hablar de Dios, el Espíritu de Dios y la vida de Dios (Jn 6:63).  En ella se encuentra el elemento mismo de Dios (Jn 4:24). Ningún cristiano genuino puede decir que ciertas porciones de la Biblia tienen un origen diferente a otras, porque toda la Escritura fue dada por Dios a los hombres, así que en su totalidad es la transmisión de Dios, quien se da a conocer a los hombres. En este proceso intervinieron hombres diferentes, y aún fueron usados idiomas diferentes pero esto no afecta al hecho de que es Palabra de Dios, aliento de Dios…  [ Leer artículo completo ]

Fuente: Apuntes de un cristiano

La Palabra es el mismo aliento de Dios; es Espíritu y es vida

Toda la Escritura es inspirada. Toda la Escritura es inspirada por el aliento de Dios (2 Ti 3:16), exhalada desde el mismo ser de Dios. Toda la Biblia es la inspiración de Dios al hombre, la transmisión de todo lo que Dios es, el hablar de Dios, el Espíritu de Dios y la vida de Dios (Jn 6:63).  En ella se encuentra el elemento mismo de Dios (Jn 4:24). Ningún cristiano genuino puede decir que ciertas porciones de la Biblia tienen un origen diferente a otras, porque toda la Escritura fue dada por Dios a los hombres, así que en su totalidad es la transmisión de Dios, quien se da a conocer a los hombres. En este proceso intervinieron hombres diferentes, y aún fueron usados idiomas diferentes pero esto no afecta al hecho de que es Palabra de Dios, aliento de Dios.
La Palabra es Espíritu y vida. Existe la tendencia natural de considerar a las Escrituras únicamente como algo que  transmite información en forma de ideas, procedimientos, tradiciones…, de la misma manera que cualquier periódico o revista. Las Escrituras podemos leerlas, pensarlas, memorizarlas, traducirlas, analizarlas poéticamente, gramaticalmente… En estos términos, claro está que ellas dicen algo que evidentemente está escrito, registra hechos y los comunica. En las Escrituras está el pensamiento de Dios, se comunican Sus conceptos, Su forma, Sus intenciones. Allí también podemos encontrar el reflejo o señal de Su perfección y pureza inimitable…, algunas alegorías, figuras de Dios, tipos divinos y símbolos que se refieren a Dios mismo. Esto no sólo hemos de admitirlo, sino que como creyentes hemos de conocerlo. Ahora, esto no explica la verdadera naturaleza de la Palabra revelada de Dios, y por ende tampoco nos muestra Su función y propósito.

Las Escrituras tienen la esencia de Dios, son Su mismo aliento, no están separadas de Dios, como nuestro aliento no es ajeno a nosotros. Ellas son Espíritu, no ideología; y es vida, no mecanismos psicológicos de bienestar. La Palabra es espíritu y es vida. Todas ellas lo son y son inspiradas por el aliento de Dios. No algunas son el aliento de Dios sino «toda la Escritura».

Cuando nos acercamos a ella con un corazón dispuesto y un espíritu abierto podemos tocar algo divino. Podemos contactar a Dios en la Palabra y recibir vida, que es Cristo mismo según Juan 14:6. Lo principal en cuanto a la Palabra, desde la perspectiva de nuestra experiencia, es que hemos de contactar, disfrutar, experimentar a Dios en ella. La Palabra nos comunica ideas, sin embargo, si tenemos una mente clara y sobria y ejercitamos nuestro espíritu tendremos un contacto apropiado con la Palabra revelada, por ello, aunque hemos de estudiar la Palabra cuidadosamente y con responsabilidad, la base para todo esto es que más que estudiar hemos de recibir la Palabra (Ef 6:17-18) para contactar a Dios con nuestro espíritu. De esta manera no sólo aprenderemos algo, sino que recibiremos una revelación, y más aún, algo del elemento divino revelado y comunicado por Su Palabra a nosotros. Esta es la manera de tomar la Palabra de Dios, con oración y en nuestro espíritu para tener comunión con Dios y ser salvos a cada momento, y que la salvación de Dios esté en nosotros y podamos servirle apropiadamente.

Si ignoramos que la Palabra es Espíritu y es vida pasarán los años y habremos empleado mucho esfuerzo y horas de estudio, y no habremos descubierto la verdadera esencia y función de la Palabra; habremos recibido mucha doctrina y nada de vida; nos hallaremos muy informados y completamente muertos; seremos historiadores expertos, literatos expertos, sistematizadores expertos, aún tendremos mucho material para discutir y muchas razones para hacerlo. Amaremos prevalecer, enseñar, mostrar lo que tenemos, desarrollaremos adicción a la jefatura y los honores. Ahora hay tres asuntos de los que sabremos nada, Cristo, Cristo y Cristo.

En el interior de todos nosotros existe una necesidad. Es algo aparte del mero conocimiento, el aprendizaje o nuestra capacidad mental. Es algo más. Ese «algo más» es Cristo. Todos anhelamos en nuestro interior el contacto con el Señor, la experiencia básica y maravillosa de la salvación en nuestro interior, el llenar y rebozar del Espíritu y la vida divina abundante (Fil 1:22-23); el disfrute del Cristo extensísimo y todo-inclusivo, que es el elemento del Cuerpo, la esencia de la Palabra, la expresión de Dios, la Cabeza del Cuerpo (Col 1:18), Quién además es el espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Cristo no es un ser ficticio, un resultado poético o simbólico, ni una derivación literaria. Tampoco es una construcción teológica o una referencia filosófica ideal, sino una Persona real, suficiente y extenso, que es la Verdad, diferente y contrario a la religión y sus leyes.  (Ga 3:15-29).
¡Cuánto necesitamos detenernos una vez más y abrirnos al Señor como niños! ¡Permitirle al Señor que nos escudriñe una vez como si fuera la primera vez! ¡Señor, nos abrimos a Ti una vez más! ¡Alumbra nuestro interior! ¡Cuánto Te anhelamos! ¡Reenfócanos y redirígenos! ¡No podemos hacerlo por nosotros mismos no importa cuánto nos esforcemos! ¡Por ello venimos a Ti con urgencia! ¡Oh, Señor Jesús! ¡Gracias por Tu revelación divina a nosotros! ¡Gracias que ya no eres un Dios oculto y desconocido! ¡Gracias que estás accesible a nosotros y estás en nosotros! ¡Cuánto te amamos! ¡Gracias porque eres un Dios expresado, revelado, mostrado y comunicado! ¡Inclúyenos en Tu edificación! ¡Abre nuestros ojos! ¡Danos un nuevo comienzo, Señor! ¡Abre Tu Palabra a nosotros! ¡Amén!

Referencias:
Estudio-vida de Génesis, mensaje 1.

Somos justificados por la fe en Cristo y llegamos a ser uno con Él

Ayer en la tarde hemos estado reunidos en un hogar con algunos hermanos.  Invocamos juntos el nombre del Señor, oramos juntos, leímos un versículo con mucha oración. ¡Experimentamos un Cristo tan abundante! Al llegar a la reunión nuestra mente estaba llena de preocupaciones y casi no podía estar quieta, divagaba todo el tiempo y nuestra boca hablaba de ellas. Además, estábamos cansados. Nos sentíamos absorbidos y ocupados con malas noticias, pesimismo y planes.

En la reunión no hubo una larga sesión de discursos, ni recibimos la enseñanza teológica de ningún especialista. Nadie nos exigió que debíamos dejar fuera todo esto para asumir nuestra responsabilidad de dedicarnos al Señor. Los hermanos allí sólo estaban orando, alabando al Señor, proclamando al Señor y compartiendo la Palabra. El espíritu de ellos estaba liberado. Su mente puesta en el espíritu era vida y paz. Fuimos capturados y cautivados. Sentimos liberación poco después y ¡todo lo demás cedió! Todas las cosas negativas desaparecieron, no con argumentos y razonamientos, sino al experimentar corporativamente al Señor. ¡El Señor fue real y prevaleciente! Era muy dulce la Palabra y la comunión. Nos abrimos muy ampliamente al Señor y fuimos llenados de Cristo en ese momento. Hablamos la Palabra los unos a los otros. Hubo mucho disfrute y la porción delas Escrituras que compartimos fue abierta. Dios definitivamente nos habló palabras de vida y nuestra muerte desapareció. ¡Aleluya!

Compartimos la semana 9 del avivamiento matutino «Las cuatro grandes columnas del recobro del Señor«. Fuimos muy conmovidos y refrescados por los principios básicos del evangelio que encontramos en la epístola a los Gálatas. El primer principio es que el hombre caído de ninguna manera puede ser justificado por las obras de la ley(Gál 2:16; Hch 13:39). No importa cuánto nos esforcemos, no alcanzaremos justicia mediante estas obras. Nuestro camino de llegar al Señor mediante la ley es un camino sin fin, sin meta.
Siguiendo la pauta de la ley podríamos vagar por siempre sin llegar jamás a experimentar el resultado deseado (Gál 3:11). En cuanto a Dios, nos verá andando en una dirección diferente a Él mismo. Como creyentes no debemos intentar guardar la ley. E hombre sólo será justificado por la fe en Cristo (Gál 2:16). La fe en Cristo denota nuestra unión con Cristo cuando creemos. Esta no es unión intelectual o simbólica sino orgánica, es decir, está firmemente basada en Su misma vida. De hecho la frase «En Cristo Jesús» en este versículo es muy importante. Significa unidos con Él por Su vida; significa que somos uno con Él.
Aquí la preposición griega «εισ», traducida como «en» indica unión (también en Ro 6:3; Gál 3.27; Hch 8:16, 19:5; 1Co 1.13, 15). Un ejemplo de esta unión puede ser el de injertar una rama de una planta en otra diferente. Dos vidas diferentes se injertan y llegan a ser una sola, completamente funcional y viable. Por causa de nuestra unión orgánica con Cristo, Dios
cuenta a Cristo como nuestra justicia,
y Cristo
cuenta todo lo que pertenece a Él como nuestro.

Esta unión es la única base segura y verdadera de nuestra justificación por fe. Explicar la justificación mediante una descripción exterior es muy superficial. Esto nos llevaría simplemente a una comprensión doctrinal. Sólo decir que Él es justo y recto, que está en el trono ante la presencia de Dios y que cuando creemos en Él (este creer muchas veces se entiende como el admitir Su existencia o el presentar argumentos relacionados con su existencia»), entonces Dios considera a Cristo como nuestra justicia, es insuficiente. Necesitamos ser uno con Él al recibirlo y experimentarlo, entonces Dios lo cuenta como nuestra justicia y tal justicia es real para nosotros. ¡Amén!

¡Señor, ten misericordia de nosotros! ¡Queremos experimentar que eres uno con nosotros! ¡Queremos constatarlo disfrutándote en todo lo que eres para nosotros! ¡Anhelamos tocarte, tomarte, recibirte y aplicarte! ¡Llénanos Señor con Tu Persona maravillosa! ¡No queremos la doctrina de  la justificación sino la experiencia de Tu Persona! ¡No estamos desesperados y urgidos por más conocimientos, sino por Ti mismo!  ¡Gracias por Tu justificación! ¡Gracias que hemos creído en* Ti! ¡Gracias que estamos unidos contigo! ¡Gracias que estamos en* Ti y Tú en nosotros! ¡Sigue infundiendo en nosotros Tu preciosidad para que podamos apreciarla verdaderamente! ¡Amén!
Inspirado por la Palabra santa para el avivamiento matutino, semana 9 día 1; basado en el Estudio-vida de Gálatas, Living Stream Ministry.

¡Habiendo sido reconciliados con Dios ahora tenemos acceso al Padre en el Espíritu para disfrutarlo!

El Dios Triuno está obrando y operando en el hombre para ganarlo. ¡Dios el Padre vino en Dios el Hijo para reconciliarnos consigo mismo y ahora tenemos acceso al Padre en el Espíritu! ¡MEDIANTE Dios el Hijo, (Quien es el Realizador, el medio), y EN Dios el Espíritu (Quien es el Ejecutor, la aplicación), tenemos acceso a Dios el Padre (Quien es el Originador, la fuente) para disfrutarlo! La intención de Dios no se limita a reconciliarnos con Él, ni siquiera se limita a reconciliar a los judíos con los gentiles dentro de un Cuerpo mediante Su muerte en la cruz. ¡No! ¡Dios quiere más! Él quiere que el hombre vengaacceda a Dios el Padre PARA disfrutarlo en el Espíritu. Esto está revelado en Efesios 2:16-18:
Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. Y vino y anunció la paz como evangelio a vosotros que estabais lejos; y también paz a los que estaban cerca; porque por medio de Él los unos y los otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre.

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