Permanecer en la economía de Dios para ser alimentados y crecer hasta la madurez

La economía de Dios también se refiere a la manera en que Dios lleva a cabo Su propósito, Su plan. Es la manera en que Dios nos bendice. Como personas somos bendecidos de manera suprema con nuestra participación en la economía de Dios. La palabra griega de la cual se traduce «economía» es «oikonomía» (Ef 1:10; 3:9 [revisar notas]). Está compuesta por dos palabras oiko, que significa casa (en referencia a una familia) y nomos, que significa ley. Tenemos pues ley doméstica, gobierno de la casa o administración familiar. Esta administración implica distribución. Cuando se administra una familia, o los bienes de una familia para sustentarla, la distribución, reparto y asignación de los bienes garantiza que la administración sea exitosa. Así que en la economía de Dios hay una distribución.

La misma raíz de la palabra «nomos» la encontramos traducida como «pastos» en Juan 10:9: «Y entrará, y saldrá, y hallará pastos«.

Estos pastos representan a Cristo como el alimento designado, perfecto, deseable y que nutre,  el lugar para permanecer, permitiendo nuestro sustento y desarrollo hasta la madurez. El redil no es el objetivo para las ovejas, sino que es solamente un sitio en el que están guardadas cuando los pastos no están disponibles, como durante la noche o el invierno. Cuando hay disponibilidad de pastos verdes, el redil pierde su función, ya no hay necesidad de él. Nadie que posea ovejas las deja encerradas en el redil mientras las praderas llenas de pasto verde y jugoso, bajo el sol, esperan e invitan. Cualquier pastor se arruinaría si practica este tipo de técnica. Los pastos son algo definitivo y permanente, mientras que el redil es temporal y transitorio.

Todos los escogidos de Dios hemos de salir de nuestros rediles hacia Cristo, quien es nuestros pastos, nuestros alimentos para disfrutarle y ser alimentados. En estos consiste la economía de Dios, en que Dios se imparte a nosotros para alimentarnos. Él es nuestro sustento, nuestra nutrición equilibrada y toda-inclusiva para constituirnos consigo mismo y que crezcamos en todo en Él y así Él obtenga una casa que lo exprese (1 Ti 3:15), que es la iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Por ello en este libro la eonomía de Dios no es compatible ni puede ser simultanea o complementaria con la ley, pues ésta era nuestro ayo, nuestro auxiliar-cuidador mientras llegaba Cristo, quien ya vino. Es como si tomáramos los exámenes del primer curso para probar que estamos listos para pasar al segundo, y ya estando en el segundo curso quisiéramos repetir los exámenes del primero sólo porque anteriormente eran correcto y en el tercero hiciéramos lo mismo. Los exámenes del primer curso nos condujeron al segundo, pero el contenido dle segundo incluye, supera, completa y avanza el primero. No es posible estar en el segundo curso intentando regresar al nivel del primero porque en ese caso estaríamos negando nuestro nivel de segundo curso, que tiene su propio contenido, su propio nivel, sus propios objetivos y meta. En el contexto, el objetivo del primer curso es prepararnos y conducirnos al segundo y el del segundo es prepararnos y conducirnos al tercero, nunca de vuelta al primero.

En Gálatas 3:2 el apóstol Pablo pregunta a los creyentes allí si ellos habían recibido el Espíritu por «oír con fe» o por «las obras de la ley«. No es compatible «el Espíritu» con el perfeccionarse «por la carne» (Ga 3:3). La ley nos guardó, nos cuidó y nos condujo a Cristo. En este respecto la ley es buena y cumple perfectamente su objetivo. Si queremos dejar a un lado a Cristo, la palabra de del evangelio oída con fe, la experiencia del Dios Triuno en nuestro espíritu, es decir, si nos olvidamos de la economía de Dios para intentar ser perfectos por las obras de la ley, hemos retrocedido, hemos salido, hemos regresado al redil y hemos hecho del redil nuestra habitación permanente. Sólo que en el redil no hay comida.

Cualquier cosa que nos entretenga, disuada y aparte del alimento nos condena a morir. Cuando se nos insta a dejar de comer y se nos convence de ello, nos conducen a la pérdida, a la muerte. Cuando a las ovejas se las aparta del pasto se las condena. Siempre que somos alejados de Cristo, sufrimos pérdida. Hemos de ser uno con la economía de Dios cuyo centro es Cristo mismo, y permanecer en ella que es lo que Dios tiene asignado para nosotros con vistas a nuestro crecimiento en vida hasta la madurez.

Referencias:

Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón, mensaje 1.

Estudio-vida de Gálatas, mensaje 14 (sólo disponible online en inglés).

Estudio-vida de Efesios, mensaje 19

El misterio de la piedad: Vivir a Dios como vida en la iglesia

El capítulo tres de 1 Timoteo comienza con las disposiciones prácticas con respecto a los que vigilan sobre los santos y las iglesias, los hermanos que toman la delantera en la oración, la enseñanza y la administración en las iglesias. Todo cuanto aparece en los primeros 14 versículos está sustentado, explicado y fundamentado en los últimos dos versículos (1 Ti 3:15-16).

Nos tendría ningún sentido el comienzo del capítulo sin el segundo. Sin los versículos 15 y 16 el capítulo estaría no sólo incompleto sino vacío. Tendría el exterior pero no la esencia, la consecuencia pero no la causa, lo exterior pero no lo interior, la forma pero no el contenido.

Si no tenemos la revelación de la iglesia como casa de Dios, como columna y fundamento de la verdad y como manifestación de Dios en la carne: si no vemos que Dios habita en Su familia o que su familia son sus creyentes, entonces las disposiciones mencionadas por el apóstol carecerían de realidad y se reducirían a meras instrucciones éticas. Sin la redención Dios para nosotros por Su mucha misericordia, sin Dios en nosotros como el Espíritu que imparte vida y sin el lavamiento de la regeneración no podemos ser hechos hijos de Dios, familia de Dios. Sin Su familia donde morar, como Su habitación preciosa y única, no pudiera ser manifestada la divinidad en la humanidad. Sin la revelación grande, misteriosa, maravillosa y excelente de Dios en el hombre y el hombre en Dios, lo que leemos en los primeros catorce versículos sería vano, sólo religión. ¡Señor, danos una revelación! ¡Cuánto necesitamos que nos des una revelación!

La piedad, según el contexto es no solamente la devoción a las cosas santas, lo que es algo superficial, no por carecer de importancia sino por su carácter exterior. Es además, y de manera principal algo relacionado con la experiencia de Dios como vida.

Cuando Dios viene a vivir en la iglesia, no viene carente de lo que Él es, o sólo parte de lo que Él es. Todo Su ser viene a morar en nosotros como iglesia. Dios, con Su naturaleza, Su vida, Su autoridad, Su santidad, siendo Dios, siendo hombre… conviven en Él como parte indisoluble de lo que Él es. Así que piedad es vivir a Dios en la iglesia y como iglesia, y este es nuestro testimonio, nuestra confesión y nuestro discurso, Dios en nosotros, experimentado por nosotros, visto y conocido por nosotros, vivido por nosotros, servido por nosotros, hablado por nosotros y mostrado, expresado por nosotros. ¡Oh, Señor, cuánto te amamos! ¡Cuánto Te apreciamos y apreciamos lo que eres y haces! ¡Danos una revelación! ¡Nos abrimos y ofrecemos a Ti una vez más! ¡Revélate a nosotros para vivirte de manera auténtica y seas manifestado en nosotros para que seamos Tu manifestación apropiada. ¡Que haya entre nosotros una piedad escritural, apropiada y genuina que Te satisfaga! ¡Amén!

Referencia: Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón, mensaje 1

Pablo, apóstol por el mandato de Dios nuestro Salvador para que seamos salvos y herederos

En el primer versículo de cada una de cuatro epístolas anteriores, 1 y 2 Corintios, Efesios y Colosenses,  Pablo se identifica como uno que ha sido enviado, es decir, apóstol, por la voluntad de Dios. El origen del apostolado de Pablo es la voluntad de Dios. La autenticidad de su posición y función entre los santos y las iglesias proviene de la voluntad de Dios. Esto quiere decir que Pablo era apóstol porque Dios lo quiso de esta manera. En 1 Timoteo agrega que es «apóstol de Cristo Jesús por el mandato de Dios». Aquí «mandato» es una expresión consumada y definitiva de la voluntad de Dios. Cuando nosotros tenemos la voluntad de llevar algo a cabo, realizamos las disposiciones y arreglos necesarios para ello.

La voluntad de Dios era enviar a Pablo para que anunciase el evangelio, cuidase de las iglesias, completase la Palabra y la transmitiera. Con vistas a esto Él encargó a Pablo con este ministerio, le ordenó hacer algo y le mandó que lo realizase. Mandar es una manifestación mucho más detallada, completa y explicada de Su voluntad.

Dios nuestro Salvador es un título especial dado a Dios en las dos epístolas a Timoteo (1Ti 1:1; 2Ti 1:9) y en Tito (Ti 1:3). Estos son libros que están asentados sobre la salvación de Dios. Sobre esta base firme se presenta la economía neotestamentaria de Dios.

En 1Timoteo la Palabra de Dios fue manifestada a Pablo y fue proclamada por el apóstol, no según su preferencia, ni por el glamour que la acción pudiera tener, ni siquiera porque considerara que esta palabra era correcta y necesaria; tampoco por un gusto por la inmolación, el heroísmo o un mero sentido ético del deber, sino única y estrictamente por el mandato del Dios que nos salvó. Este mandato expresa la voluntad salvadora de Dios que trajo santidad, gracia y esperanza a nosotros y Cristo es nuestra santidad, nuestra gracia y nuestra esperanza.

Pablo llegó a ser apóstol de parte del Dios que salva, que nos llama de manera santa para que seamos salvos en Su gracia y no del parte del Dios de la ley, que nos demanda, que nos exige. En Su salvación recibimos la revelación de todo lo que tiene que ver con la economía neotestamentaria de Dios:

– Cristo vino a salvarnos por Su vida, por pura misericordia y longanimidad para con nosotros, estableciendo a Pablo como modelo práctico (1Ti 1:15-16).

– El deseo del Dios único, que en Su encarnación llegó a ser el único mediador para nosotros, Jesucristo, es que todos seamos salvos, hasta alcanzar el pleno conocimiento de la Verdad, porque Él fue dado en rescate suficiente por todos. Ese es el testimonio de Dios y Su economía (1Ti 2:4-6).

– Dios nos salvó y llamó con llamamiento santo. Esto no es de acuerdo a nuestras obras, sino por causa de Su economía que había planeado desde la eternidad pasada, en la gracia que es en Cristo y por la fe en Él. Cristo anuló la muerte y nos impartió la vida divina por medio del evangelio para salvarnos conforme a Su misericordia, mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, derramado abundantemente en nosotros (2Ti 1:9-10; Ti 3:5-7).

– El amor infinito, indescriptible y perfecto que había en Dios para / por nosotros había sido implantado en Pablo, estaba en Pablo para nuestro beneficio, que es la salvación en Cristo Jesús con gloria eterna (2Ti 2:10).

– Cristo se entregó para comprarnos y purificarnos para que seamos Su pueblo especial, Su posesión personal, para ser constituidos como herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3:7).

Referencias: Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón, mensaje 1

La economía de Dios, la impartición de Dios en Cristo en Su pueblo escogido, se funda en la fe

La economía de Dios es ciertamente contraria a las enseñanzas diferentes (1Ti 1:3-4) que existían entre las iglesias. El apóstol encomendó a Timoteo específicamente que mandase a algunos que no enseñaran cosas diferentes en Éfeso. Estas cosas proliferaban de parte de algunos que se hacían maestros de la ley sin saber de lo que hablaban y sin tener la autoridad de Dios, aunque estaban muy seguros (v.7). Estas consistían en mitos y genealogías interminables y la ley. En esta situación implica discusión por hacer prevalecer las propias preferencias de algunos que usaban la ley ilegítimamente (v.8), causando más discusión. Las historias, cuentos, fábulas y demás asuntos que divulgaban eran nada más que vanas palabrerías (v.6) que desvían a los santos del camino recto de la economía de Dios. Estas cosas son usadas por el enemigo de Dios para distraer, sustraer y alejar al pueblo de Dios de Su economía.

La economía de Dios se refiere a la economía doméstica de Dios (Ef 1:10; 3:9), el arreglo administrativo de Dios de impartirse  a Sí mismo en Cristo a Sus escogidos para lograr Su propósito de obtener una familia genuina que le exprese, la cual es la iglesia, el Cuerpo de Cristo (1Ti 3:15). Este es Su plan. El ministerio del apóstol estaba centrado en la economía de Dios (Col 1:25; 1 Co 9:17).

“La economía divina debe ser presentada claramente a los santos en el contexto de la administración y el pastoreo de una iglesia local”.

Hoy se habla mucho del reino de Dios y casi pasa inadvertido el asunto de la familia de Dios. Sin embargo, sin esta familia no puede haber un reino. Dios se ha impartido a Sus escogidos y los ha constituido Su familia. Esta familia, nacida de Dios y por ende emparentada con Dios de manera genuina, con la vida y naturaleza divinas,  de manera espontánea llega a ser el reino de Dios. En esto estaba firmemente enfocado el ministerio de Pablo que estaba en contraposición con lo que se presenta en la primera epístola a Timoteo.

Este arreglo doméstico de Dios se funda en la fe (v.4). A Dios lo recibimos enteramente por fe. Toda la economía de Dios, Su plan, Su administración se lleva a cabo en la esfera y en el elemento de la fe, en Dios y por medio de Cristo, no por medios naturales o esfuerzos humanos al tratar de guardar la ley. Los esfuerzos por guardar y cumplir la ley, aún hasta niveles heroicos de nada sirven en términos de nuestra salvación, es decir, son vanas en cuanto a recibir la impartición divina y ser así incorporados a la familia de Dios. Esto ocurre en la esfera espiritual de la nueva creación por medio de la regeneración que es por fe en Cristo (Ga 3:23-26).

“Es por medio de la fe que nacemos de Dios y llegamos a ser hijos Suyos que participan de Su vida y naturaleza para expresarle a Él. Por medio de la fe somos puestos en Cristo y llegamos a ser miembros de Su Cuerpo que participan de todo lo que Él es, con miras a Su expresión. Ésta es la economía de Dios según Su economía neotestamentaria, la cual se lleva a cabo en fe”.

Referencias:

Estudio-vida de 1 Timoteo mensaje 1.

Estudio-vida de Gálatas mensajes 11 y 12

La economía de Dios contraria a la ley

Anteriormente vimos que en 1 Timoteo la economía de Dios estaba en contraposición con ciertas “enseñanzas diferentes”, que consistían en mitos, genealogías interminables, en lo cual están involucradas fábulas judaicas, historias, falsas o verdaderas, todo lo cual es vana palabrería, pues no están llenas de Cristo, sino de contención, competencia y falsedad. Nada tienen que ver con el pastoreo y la administración apropiados, no edifican el Cuerpo de Cristo, pues no son Palabras de vida y no trasmiten Cristo, así que desvían a los santos de la economía de Dios, pues no están basadas en un amor nacido de un corazón puro, una buena conciencia y una fe que no presume.

En 1 Timoteo 1:7 dice:

“Queriendo ser maestros de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman con tanta seguridad”.

Este versículo está precedido por el v.6 que habla de la vana palabrería producto de un desvío. Este desvío se basa en querer ser maestros de la ley. Cuando nos desviamos perdemos la autoridad de Dios pues dejamos de hablar por Dios y dejamos de experimentar a Dios. Nuestra autoridad depende y proviene de Dios. Cuando permanecemos en comunión con Cristo en la esfera de la enseñanza de los apóstoles, entonces nuestra autoridad es realmente Cristo. Esta autoridad no proviene de ciertas fórmulas o arreglos externos sino que es Cristo en nosotros, un Cristo experimentado, disfrutado, constituido y real en nosotros. Cuando nos apartamos hacia la vana palabrería, entonces afirmamos con mucha seguridad algo que no es nada seguro, de hecho es algo completamente vacío.

Esta misma falsa seguridad de los que se hacen maestros de la ley es lo contraria de la seguridad verdadera que Pablo muestra en Tito 3: 3-7 cuando habla de cuando la bondad y el amor de Dios se manifestó en nosotros y nos salvó, conforme a Su misericordia, mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, que se derramó en nosotros abundantemente. Entonces fuimos hecho justos por Su gracia para ser herederos de acuerdo a la esperanza de  la vida eterna.

¿Por qué una falsa seguridad de parte de los falsos maestros de la ley que enseñan cosas diferentes y la seguridad real y divina de Pablo? Porque estos que se hacen maestros de la ley enseñan lo que hay que hacer y lo que no, lo que es políticamente correcto y lo que no, lo que es conveniente y lo que no, imponen regulaciones externas, llevan a los santos por un camino diferente de Cristo, que exalta algo diferente de Cristo e infunde algo distinto de Cristo… sin embargo, los genuinos ministros de Cristo ministran las riquezas de Cristo a otros (1 Timoteo 4:6).

La ley no fue dada a justos sino a injustos (1Timoteo 1:8-10), que se oponen precisamente a la sana enseñanza (sana doctrina según algunas versiones). Para ellos fue dada la ley, que sólo es buena si se usa con legitimidad. Popularmente se comprende esta frase desde un punto de vista filosófico, griego, como aquello que es formalmente correcto, cierto y acertado según algún sistema previamente establecido de un bien y un mal relativos. No obstante, en el contexto “sana” tiene que ver con la vida. La «sana enseñanza» concuerda con el evangelio de la gloria de Dios, aquel que expresa y trasmite a Dios en las riquezas de Cristo a los hombres, por ello ministra vida, nutriéndolos o sanándolos y llevando a los creyentes a Dios, al centro del propósito de Dios, a la experiencia de Cristo y al disfrute genuino de Cristo. Este es la comisión y el ministerio que el apóstol recibió del Señor. Este evangelio debe ser comúnmente enseñado y predicado en todas las iglesias.

Esta enseñanza sana, que no es vana sino llena de Cristo, que no desvía, sino centra en Dios y Su economía, que no es falsa sino que es la verdad del evangelio, que no divide sino que edifica, que no es la ley (o cierta ley) sino el propósito y meta de Dios expresado, es sana no por correcta (que sin dudas lo es) sino por trasmitir las riquezas de Cristo para ser nuestra salvación completa.

Cualquier enseñanza que sea sana debe trasmitir vida, no métodos ni tradición; debe llevarnos sin vacilaciones al centro y la meta de la economía de Dios y al Cristo todo-inclusivo en nuestro espíritu no a discusiones sobre preferencias, doctrinas específicas, maneras, asuntos culturales y demás enseñanzas divisivas, destructivas y vanas que siembran semillas de muerte y veneno.

Referencias: Estudio- vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón, mensaje 1.

La Palabra es el mismo aliento de Dios; es Espíritu y es vida

Toda la Escritura es inspirada. Toda la Escritura es inspirada por el aliento de Dios (2 Ti 3:16), exhalada desde el mismo ser de Dios. Toda la Biblia es la inspiración de Dios al hombre, la transmisión de todo lo que Dios es, el hablar de Dios, el Espíritu de Dios y la vida de Dios (Jn 6:63).  En ella se encuentra el elemento mismo de Dios (Jn 4:24). Ningún cristiano genuino puede decir que ciertas porciones de la Biblia tienen un origen diferente a otras, porque toda la Escritura fue dada por Dios a los hombres, así que en su totalidad es la transmisión de Dios, quien se da a conocer a los hombres. En este proceso intervinieron hombres diferentes, y aún fueron usados idiomas diferentes pero esto no afecta al hecho de que es Palabra de Dios, aliento de Dios…  [ Leer artículo completo ]

Fuente: Apuntes de un cristiano

La Palabra es el mismo aliento de Dios; es Espíritu y es vida

Toda la Escritura es inspirada. Toda la Escritura es inspirada por el aliento de Dios (2 Ti 3:16), exhalada desde el mismo ser de Dios. Toda la Biblia es la inspiración de Dios al hombre, la transmisión de todo lo que Dios es, el hablar de Dios, el Espíritu de Dios y la vida de Dios (Jn 6:63).  En ella se encuentra el elemento mismo de Dios (Jn 4:24). Ningún cristiano genuino puede decir que ciertas porciones de la Biblia tienen un origen diferente a otras, porque toda la Escritura fue dada por Dios a los hombres, así que en su totalidad es la transmisión de Dios, quien se da a conocer a los hombres. En este proceso intervinieron hombres diferentes, y aún fueron usados idiomas diferentes pero esto no afecta al hecho de que es Palabra de Dios, aliento de Dios.
La Palabra es Espíritu y vida. Existe la tendencia natural de considerar a las Escrituras únicamente como algo que  transmite información en forma de ideas, procedimientos, tradiciones…, de la misma manera que cualquier periódico o revista. Las Escrituras podemos leerlas, pensarlas, memorizarlas, traducirlas, analizarlas poéticamente, gramaticalmente… En estos términos, claro está que ellas dicen algo que evidentemente está escrito, registra hechos y los comunica. En las Escrituras está el pensamiento de Dios, se comunican Sus conceptos, Su forma, Sus intenciones. Allí también podemos encontrar el reflejo o señal de Su perfección y pureza inimitable…, algunas alegorías, figuras de Dios, tipos divinos y símbolos que se refieren a Dios mismo. Esto no sólo hemos de admitirlo, sino que como creyentes hemos de conocerlo. Ahora, esto no explica la verdadera naturaleza de la Palabra revelada de Dios, y por ende tampoco nos muestra Su función y propósito.

Las Escrituras tienen la esencia de Dios, son Su mismo aliento, no están separadas de Dios, como nuestro aliento no es ajeno a nosotros. Ellas son Espíritu, no ideología; y es vida, no mecanismos psicológicos de bienestar. La Palabra es espíritu y es vida. Todas ellas lo son y son inspiradas por el aliento de Dios. No algunas son el aliento de Dios sino «toda la Escritura».

Cuando nos acercamos a ella con un corazón dispuesto y un espíritu abierto podemos tocar algo divino. Podemos contactar a Dios en la Palabra y recibir vida, que es Cristo mismo según Juan 14:6. Lo principal en cuanto a la Palabra, desde la perspectiva de nuestra experiencia, es que hemos de contactar, disfrutar, experimentar a Dios en ella. La Palabra nos comunica ideas, sin embargo, si tenemos una mente clara y sobria y ejercitamos nuestro espíritu tendremos un contacto apropiado con la Palabra revelada, por ello, aunque hemos de estudiar la Palabra cuidadosamente y con responsabilidad, la base para todo esto es que más que estudiar hemos de recibir la Palabra (Ef 6:17-18) para contactar a Dios con nuestro espíritu. De esta manera no sólo aprenderemos algo, sino que recibiremos una revelación, y más aún, algo del elemento divino revelado y comunicado por Su Palabra a nosotros. Esta es la manera de tomar la Palabra de Dios, con oración y en nuestro espíritu para tener comunión con Dios y ser salvos a cada momento, y que la salvación de Dios esté en nosotros y podamos servirle apropiadamente.

Si ignoramos que la Palabra es Espíritu y es vida pasarán los años y habremos empleado mucho esfuerzo y horas de estudio, y no habremos descubierto la verdadera esencia y función de la Palabra; habremos recibido mucha doctrina y nada de vida; nos hallaremos muy informados y completamente muertos; seremos historiadores expertos, literatos expertos, sistematizadores expertos, aún tendremos mucho material para discutir y muchas razones para hacerlo. Amaremos prevalecer, enseñar, mostrar lo que tenemos, desarrollaremos adicción a la jefatura y los honores. Ahora hay tres asuntos de los que sabremos nada, Cristo, Cristo y Cristo.

En el interior de todos nosotros existe una necesidad. Es algo aparte del mero conocimiento, el aprendizaje o nuestra capacidad mental. Es algo más. Ese «algo más» es Cristo. Todos anhelamos en nuestro interior el contacto con el Señor, la experiencia básica y maravillosa de la salvación en nuestro interior, el llenar y rebozar del Espíritu y la vida divina abundante (Fil 1:22-23); el disfrute del Cristo extensísimo y todo-inclusivo, que es el elemento del Cuerpo, la esencia de la Palabra, la expresión de Dios, la Cabeza del Cuerpo (Col 1:18), Quién además es el espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Cristo no es un ser ficticio, un resultado poético o simbólico, ni una derivación literaria. Tampoco es una construcción teológica o una referencia filosófica ideal, sino una Persona real, suficiente y extenso, que es la Verdad, diferente y contrario a la religión y sus leyes.  (Ga 3:15-29).
¡Cuánto necesitamos detenernos una vez más y abrirnos al Señor como niños! ¡Permitirle al Señor que nos escudriñe una vez como si fuera la primera vez! ¡Señor, nos abrimos a Ti una vez más! ¡Alumbra nuestro interior! ¡Cuánto Te anhelamos! ¡Reenfócanos y redirígenos! ¡No podemos hacerlo por nosotros mismos no importa cuánto nos esforcemos! ¡Por ello venimos a Ti con urgencia! ¡Oh, Señor Jesús! ¡Gracias por Tu revelación divina a nosotros! ¡Gracias que ya no eres un Dios oculto y desconocido! ¡Gracias que estás accesible a nosotros y estás en nosotros! ¡Cuánto te amamos! ¡Gracias porque eres un Dios expresado, revelado, mostrado y comunicado! ¡Inclúyenos en Tu edificación! ¡Abre nuestros ojos! ¡Danos un nuevo comienzo, Señor! ¡Abre Tu Palabra a nosotros! ¡Amén!

Referencias:
Estudio-vida de Génesis, mensaje 1.

La economía de Dios contraria a las enseñanzas diferentes, mitos y genealogías interminables

Necesitamos la revelación de Dios. ¡Cuánto necesitamos que el Señor nos revele Su economía! Oremos de la siguiente manera: ¡Señor, danos una revelación, desvela a nosotros cada asunto que está en Tu corazón! ¡Ábrenos Tu Palabra! ¡Danos luz en Tu Palabra para identificar lo que es diferente! Entonces seguramente el Señor hará aquello que anhela, revelarnos Su economía.

Economía de Dios vs cosas diferentes. Hemos llegado a la primera epístola a Timoteo. Allí vemos la economía de Dios en contraposición (1Ti 1:4) con algo llamado “cosas diferentes” que estaba siendo enseñado, por ende, enseñanzas diferentes (1Ti 1:3).  Estas consisten en enseñar mitos, genealogías interminables (v.4) y la ley (vs. 7-8). Por otro lado tenemos la enseñanza de los apóstoles que estaba centrada en Cristo y la iglesia, es decir, la economía de Dios.

Pablo fue designado por Dios para completar la revelación divina (Col 1:25). Su ministerio completa la revelación acerca del Cristo todo-inclusivo y el Cuerpo de Cristo, que es la iglesia como Su plenitud para expresarle. En cuanto al Cuerpo tenemos dos lados: La vida de la iglesia y su práctica. Hasta la segunda epístola a los tesalonicenses vemos principalmente la vida de la iglesia, incluyendo su naturaleza, su función y su responsabilidad. A partir de ahora hasta Filemón tenemos la práctica de la iglesia, en el orden soberano que tienen los libros en la Biblia. Esto es maravilloso. ¿A qué refiere esta práctica? Pues a la administración y el pastoreo. Para ello es necesario que las enseñanzas diferentes de los disidentes acaben, como algo que es ajeno a la iglesia y su edificación, ya que entretienen a los santos y los desvía de la línea central y el propósito final de la economía de Dios (vs 4-6). Estas enseñanzas diferentes que aparecen en 1:3-4, 6-7; 6:3-5, 20-21 y las herejías en 4:1-3 son el comienzo de la decadencia, el principio de la degradación de la iglesia.

Mitos. La palabra griega que se traduce como “mitos” en 1.3 es múthos, la misma palabra que aparece en 4:7 y en 2 Timoteo 4:4. Estos denotan palabras, discursos y conversaciones sobre informes, historias, rumores o imaginaciones. No importa si sin verdaderas o falsas estos asuntos tratados. En cualquiera de los dos casos caen dentro de “mitos” tratados por el apóstol. También podría referirse si prestamos atención al contexto a los mitos o fábulas de Tito 1:14, donde Pablo dice: “No atendiendo a mitos (fábulas) judaicos, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad”.

Genealogías interminables. En cuanto a las “genealogías interminables” (1:3) es probable que se refieran a las genealogías del Antiguo Testamento adornadas con fábulas (Tito 3:9), pues ninguna de las genealogías encontradas allí son en realidad interminables, así que esto podría referirse a debates y disputas a partir de diferentes puntos de vista en un espíritu de discusión necio y sin provecho alguno (Tito 3:9-10).

Vana palabrería. Todo el hablar que se deriva de tratar asuntos sin importancia, ajenos a Cristo y la iglesia, la edificación y el pastoreo apropiados hacen que los santos permanezcan ajenos al amor nacido de un corazón puro, es decir puro y sencillo que  está completamente orientado hacia Dios, una buena conciencia, sin ofensas (Hch 24:16) y una fe no fingidas (1:5-6) , que es una fe que no presume, que es legítima, o sea, no hipócrita, tal como vemos en el libro de Hechos 15:9 y al mandato apostólico del versículo 3.

Referencias:  Estudio- vida de 1, 2 Timoteo, Tito y Filemón.