Pablo era ministro de Dios, según la economía de Dios, para nosotros, para completar la Palabra de Dios

En el artículo anterior hablamos del Dios Triuno, en Cristo, como el Espíritu vivificante que mora en nosotros y que recibimos al oír con fe y no por las obras de la ley, como nuestra mayor bendición.

«De [la iglesia] fui hecho ministro, según la mayordomía de Dios que me fue dada para con vosotros, para completar la palabra de Dios.»

Este es Colosenses 1:25. En este verso Pablo dice que Dios, según Su administración (oikonomia), le había designado y constituido como alguien que sirve. Pablo era alguien que servía. La palabra traducida «ministro» es la misma que se usa en el versículo 23, en Efesios 3:7 y en 2 Corintios 3:6 y es la palabra griega que también se usa para «diácono«, es decir, uno que presta un servicio. Así que Pablo era diácono de Dios para servir a los santos. Este servicio era el resultado de la revelación de Dios en Pablo y su propósito era el completamiento de la palabra de Dios. ¿Qué había de ser completado?

Antes del Nuevo Testamento, la revelación divina no estaba completa según todo aquello que Dios es, todo lo que se propone hacer, todo lo que hace y hará y Su meta. Esta revelación con respecto a Cristo, que es el misterio de Dios (Col 1:26) ha sido dada a conocer mediante los apóstoles, principalmente Pablo, en esta era, a los santos. El cuadro con respecto a la naturaleza de Dios, Su propósito, Su anhelo, Su administración divina, todo lo cual implica un plan, estaba oculto a los hombres. Esta economía, que estaba escondida desde los siglos en Dios fue hablada, finalmente desvelada en Pablo, por eso el versículo dice que él fue hecho ministro según esa economía, para que esa economía fuera abierta y trasmitida, y la palabra fuera completada.

La mayordomía de Pablo consistía en el completamiento de la Palabra de Dios. Pablo recibió la revelación de Cristo como el misterio de Dios. Este misterio fue expuesto de esta manera por primera vez por el apóstol y consiste en que el Dios Triuno habita de manera plena, completa (y corporalmente) en Cristo (Col 2:9). Este Cristo, que por ser el Dios completo y el hombre perfecto, es un misterio, puede y debe ser revelado a cada uno de nosotros de manera completa. Hemos de abrirnos a Dios de manera completa para que Él revele a nosotros, no una parte de Cristo, no un Cristo superficial, anecdótico, objetivo o simple, sino de manera completa, en todo lo que Él es, todo cuanto ha logrado, todo lo que está llevando a cabo, todo lo que se propone y hacia dónde se dirige. Hemos de tener la experiencia, el conocimiento íntimo y subjetivo de este Cristo que no es pasado ni es un simple historia, sino que está vivo, es actual, es el Espíritu vivificante para impartirnos vida, es práctico, es suficiente y es absolutamente maravilloso y todo inclusivo. Hemos de permanecer abiertos a Dios para que Él se revele a nosotros y se constituya en nosotros (Col 2:2) como el Cristo completo que hoy cohabita con nosotros y está mezclado con nosotros. ¡Aleluya! Esta era la mayordomía de Pablo, el servicio, la porción importantísima de Pablo según la economía de Dios.

Sin embargo ¿Cómo conocer a Cristo como la corporificación de Dios? ¿Cómo alcanzar este pleno conocimiento? ¿Existe un método de estudio teológico que me lleve a este resultado? ¿Cuánto tiempo debo dedicar a esto cada día para lograr esto? ¿Cuán inteligente debo ser? ¿Cuánto esfuerzo debo emplear? Este definitivamente no es el camino. Oremos en la Palabra para que el Señor nos revele el sitio, la manera, el procedimiento y el camino para finalmente llegar al «pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir Cristo».

«Si hemos de conocer a Cristo en realidad como la corporificación de Dios, es necesario que lo experimentemos como el Espíritu vivificante«. En el versículo 2 Pablo menciona tres asuntos previos.

1) Ser consolados en nuestros corazones mediante el cuidado tierno, el pastoreo amoroso de la enseñanza y la revelación del apóstol;

2) Ser entrelazados en amor los unos con los otros

3) Y como resultado o consecuencia el alcanzar el pleno conocimiento de Cristo.

Hemos de ver que en Cristo se encuentran toda la sabiduría y el conocimiento. Cristo es el Espíritu vivificante para impartirnos la vida divina con todas sus riquezas. Fuera de Cristo no existe nada. No busquemos nada fuera de Él. Pablo nos previene en contra de las palabras persuasivas que son engaño, las sutilezas y la filosofía que nunca nos llevarán a Cristo, ni las tradiciones o la ley. Todo esto es el rudimento del mundo. Sin experimentar al Dios Triuno, en Cristo como el Espíritu vivificante en nuestro espíritu (2Corintios 3:17) no llegaremos a cumplir con la carga de la mayordomía de Dios que a Pablo fue asignada según la economía de Dios.

«Si no vemos que Cristo es el Espíritu vivificante, el hecho de que Cristo es la corporificación de Dios será solamente una doctrina o una teoría, será solamente una enseñanza objetiva completamente ajena a nuestra experiencia cristiana. Si este es el caso, la teoría no puede convertirse en realidad. La realidad de Cristo como corporificación de Dios se haya en Cristo como el Espíritu vivificante «.

Señor, no te conozco bien pero me abro a ti. Gracias por la mayordomía asignada a Pablo. Gracias que esta mayordomía es para nosotros y que completa Tu Palabra. Gracias que somos los grandes beneficiarios del servicio de Pablo. Cumple tu voluntad en nosotros. ¡Cuánto te anhelamos! ¡Cuánto te necesitamos! Gracias que eres el Espíritu vivificante. Gracias que podemos acceder a Ti. Amén.

Inspirado por el Estudio-vida de Colosenses. Living Stream Ministry, capítulo 13, completar la Palabra de Dios; Colosenses 1, con sus notas, Nuevo Testamento versión recobro.

¡El Dios Triuno en Cristo como el Espíritu vivificante mora en nosotros!

En la semana 9 del Avivamiento matutino sobre las cuatro columnas del recobro del Señor, día 3, he sido muy impresionado y refrescado por la declaración de que el evangelio de Pablo es una revelación del Dios Triuno, quién se procesó para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo y vivificante.

En 1 Corintios 15:45, dice:

«Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer Adán alma viviente, el postrer Adán Espíritu vivificante».

Mediante la creación, Adán llegó a ser un hombre con un alma, un ser viviente. Adán es el producto de la creación de Dios y es natural. Lo era aún antes de la caída, no importa cuánta pureza tuviera este primer hombre.

Después de la caída, la creación llegó entonces a ser la vieja creación. Este único Adán en Génesis 2, ya no es el único. Después de la encarnación, fue el primero, según vemos en 1 Corintios. El otro tipo de hombre, el segundo, el postrer Adán fue Jesús, el Cristo, que en Su resurrección llegó a ser Espíritu vivificante para impartir la vida divina (Jn 10:10).

El Señor obtuvo un cuerpo material en la encarnación y un cuerpo espiritual en la resurrección. Hoy el Señor es el Espíritu vivificante con un cuerpo espiritual y está listo y disponible para ser recibido por los creyentes para impartirles la vida divina en el interior de ellos. ¡Aleluya! Hoy podemos recibir al Señor en nosotros porque Él es el Espíritu vivificante quien puede residir en nuestro espíritu humano de manera permanente. ¡Alabado sea el Señor! ¡Esto ha sido tan claro y determinante para mí hoy! Puedo declarar, ¡Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, y en Su resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante, no para generar disputas, hipótesis filosóficas ni para que lo entendamos con nuestra mente, sino, y maravillosamente, para entrar en mí y en todos los que crean! Podemos decirles a todos: ¡Dios vive en mí, en Cristo como el Espíritu para mi disfrute y experiencia!

En 2 Corintios 3:17 dice claramente que el Señor es el Espíritu y que donde está el Espíritu hay libertad. ¡El espíritu está en mí! ¡En mí está el Señor! ¡La libertad está en el Señor y la puedo experimentar en mí! ¡Señor, te amamos por tu plan maravilloso! ¡Gracias por mezclarte con nosotros! ¡Gracias porque podemos recibirte al creer y podemos disfrutarte, aprehenderte, experimentarte y participar de ti en nuestro espíritu! Hemos recibido este Espíritu maravilloso al oír con fe. Esto es estupendo. No es algo que podamos clasificar como indefinido el hecho de recibir al Señor al oír con fe y no realizando las buenas obras de la ley, porque si así fuera, ninguno podría hoy recibir el Espíritu. El apóstol Pablo aún nos interpela directamente a cada uno de nosotros, con una palabra muy sobria y directa: «¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por el oír por fe?» Nos dice que definitivamente por el oír por fe.

Recibir el Dios Triuno en nosotros es nuestra mayor bendición. ¡Gracias, Señor por esta bendición!

El evangelio de Pablo está contenido en Mateo, Lucas, Marcos y Juan y va más allá

El evangelio de Pablo (Ro 16:25) que proclama a Jesucristo, según la revelación dada por Dios a él y que estaba en silencio desde tiempos eternos, ha sido dado a conocer a nosotros en esta era y completado por medio del apóstol. Este evangelio incluye todos los aspectos incluidos en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
En Mateo podemos ver temas tales como el Reino, los ciudadanos del Reino, Jesucristo como el Salvador-Rey, venido para introducir a los creyentes en Dios para ser ciudadanos del Reino de los cielos (Ap 1:9), para ellos comisionó a Sus discípulos a salir y hacer discípulos a todas las naciones bautizándolas en el nombre del padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28:19), con la autoridad del Rey celestial (Mt 28:18) para que las personas salgan del mundo y sean introducidas en el Espíritu Santo, la realidad del Dios Triuno (1Co 12.13) para ser ciudadanos del Reino.
En Marcos vemos al Señor revelado como el Salvador-Esclavo mandando a los creyentes que salgan a proclamar el evangelio a toda creación (Mr 16:15) para redimir y salvar a los hombres (el centro de la creación) de la vanidad y la esclavitud de la corrupción para venir a disfrutar de la libertad de Su gloria, dentro de la nueva creación (Mr 10:45). En este libro el evangelio predicado hace que las personas de la vieja creación sean constituidas como los miembros de la nueva creación. Aquí el Señor nos sirve al redimirnos y salvarnos para ser devueltos a Dios. En este libro vemos la creación caída, como situación grupal y colectiva.
En Lucas vemos al Señor como el Salvador-hombre. Este hombre perfecto cumple la obra redentora de Dios, como hombre, por medio de Su muerte y resurrección y envía a los discípulos que proclamen a todas las naciones, en Su nombre, el arrepentimiento para el perdón de los pecados para que los hombres caídos sean redimidos y regresen al camino de la paz para disfrutar de la bendición de Dios, preparada de antemano por Él conforme a Su economía eterna (Lc 24:46-47; 1:77-79). En Lucas vemos a los hombres caídos necesitados de la redención de Dios para regresar a la senda de paz.
En Juan vemos la mezcla del Dios Triuno con los creyentes para producir el Cuerpo de Cristo (Jn 20:3). Somos los miembros de Cristo como somos pámpanos en la vid y debemos llevar fruto para la edificación del Cuerpo (Jn 15:16).

Pablo va más allá y su evangelio constituye el evangelio básico. En las epístolas y ministerio de Pablo vemos que la edificación del Cuerpo es el aumento de Cristo y Su expresión. Ambos aspectos alcanzarán Su consumación en la Nueva Jerusalén (Ro 14:17, 8:10, 6, 11, 12:4-5; Ga 5:21, 3:14, 28, 4:19, 6:10, 16; 3:2, 5, 14; Ef 1:3, 7, 1:22-23; 1Co 15:45; 2Co 3:17).

Hoy el evangelio de Dios, la verdad de Dios, Su plan, Su administración, es decir, Su economía ha sido desvelada al hombre. Ya no está en silencio, sino que es conocido. ¡Aleluya! Hoy el Reino está en nosotros y entre nosotros. La expresión y la esfera del Reino es Su iglesia. Amamos la iglesia y necesitamos experimentar Su iglesia, conocerla. ¡Necesitamos abrirnos al Señor para que Él nos revele Su iglesia y la realidad de Su Cuerpo, para ser verdaderamente uno con Él y con el apóstol!

¡Señor, abre nuestros ojos para que veamos la realidad intrínseca de tu iglesia! ¡Anhelamos conocer Tu Cuerpo! ¡Señor, no permitas que estemos estancados sino que vayamos adelante contigo! ¡Gracias por Tu Palabra viviente! ¡Gracias que Tu Palabra es Espíritu y vida! ¡Gracias por nuestra nueva ciudadanía! ¡Despiértanos Señor para seguir creciendo en Ti! ¡Queremos llegar a ser miembros funcionales de Tu Reino! ¡Enséñanos a depender de Ti y a obedecerte de manera apropiada! ¡Gracias que eres nuestro Salvador-Rey-Esclavo-Hombre-Dios, que llevas a cabo nuestra redención y salvación completa, práctica, eficaz y confiable! ¡Gracias por Tu evangelio! ¡Amén!

Lectura adicional:
– Estudio-vida de Gálatas.
– Estudio de Cristalización de la epístola a los romanos.
– Obtener el Nuevo Testamento de estudio versión recobro en español en Torrente de vida España
– Literatura cristiana gratuita en Rhema distribuidores

Somos justificados por la fe en Cristo y llegamos a ser uno con Él

Ayer en la tarde hemos estado reunidos en un hogar con algunos hermanos.  Invocamos juntos el nombre del Señor, oramos juntos, leímos un versículo con mucha oración. ¡Experimentamos un Cristo tan abundante! Al llegar a la reunión nuestra mente estaba llena de preocupaciones y casi no podía estar quieta, divagaba todo el tiempo y nuestra boca hablaba de ellas. Además, estábamos cansados. Nos sentíamos absorbidos y ocupados con malas noticias, pesimismo y planes.

En la reunión no hubo una larga sesión de discursos, ni recibimos la enseñanza teológica de ningún especialista. Nadie nos exigió que debíamos dejar fuera todo esto para asumir nuestra responsabilidad de dedicarnos al Señor. Los hermanos allí sólo estaban orando, alabando al Señor, proclamando al Señor y compartiendo la Palabra. El espíritu de ellos estaba liberado. Su mente puesta en el espíritu era vida y paz. Fuimos capturados y cautivados. Sentimos liberación poco después y ¡todo lo demás cedió! Todas las cosas negativas desaparecieron, no con argumentos y razonamientos, sino al experimentar corporativamente al Señor. ¡El Señor fue real y prevaleciente! Era muy dulce la Palabra y la comunión. Nos abrimos muy ampliamente al Señor y fuimos llenados de Cristo en ese momento. Hablamos la Palabra los unos a los otros. Hubo mucho disfrute y la porción delas Escrituras que compartimos fue abierta. Dios definitivamente nos habló palabras de vida y nuestra muerte desapareció. ¡Aleluya!

Compartimos la semana 9 del avivamiento matutino «Las cuatro grandes columnas del recobro del Señor«. Fuimos muy conmovidos y refrescados por los principios básicos del evangelio que encontramos en la epístola a los Gálatas. El primer principio es que el hombre caído de ninguna manera puede ser justificado por las obras de la ley(Gál 2:16; Hch 13:39). No importa cuánto nos esforcemos, no alcanzaremos justicia mediante estas obras. Nuestro camino de llegar al Señor mediante la ley es un camino sin fin, sin meta.
Siguiendo la pauta de la ley podríamos vagar por siempre sin llegar jamás a experimentar el resultado deseado (Gál 3:11). En cuanto a Dios, nos verá andando en una dirección diferente a Él mismo. Como creyentes no debemos intentar guardar la ley. E hombre sólo será justificado por la fe en Cristo (Gál 2:16). La fe en Cristo denota nuestra unión con Cristo cuando creemos. Esta no es unión intelectual o simbólica sino orgánica, es decir, está firmemente basada en Su misma vida. De hecho la frase «En Cristo Jesús» en este versículo es muy importante. Significa unidos con Él por Su vida; significa que somos uno con Él.
Aquí la preposición griega «εισ», traducida como «en» indica unión (también en Ro 6:3; Gál 3.27; Hch 8:16, 19:5; 1Co 1.13, 15). Un ejemplo de esta unión puede ser el de injertar una rama de una planta en otra diferente. Dos vidas diferentes se injertan y llegan a ser una sola, completamente funcional y viable. Por causa de nuestra unión orgánica con Cristo, Dios
cuenta a Cristo como nuestra justicia,
y Cristo
cuenta todo lo que pertenece a Él como nuestro.

Esta unión es la única base segura y verdadera de nuestra justificación por fe. Explicar la justificación mediante una descripción exterior es muy superficial. Esto nos llevaría simplemente a una comprensión doctrinal. Sólo decir que Él es justo y recto, que está en el trono ante la presencia de Dios y que cuando creemos en Él (este creer muchas veces se entiende como el admitir Su existencia o el presentar argumentos relacionados con su existencia»), entonces Dios considera a Cristo como nuestra justicia, es insuficiente. Necesitamos ser uno con Él al recibirlo y experimentarlo, entonces Dios lo cuenta como nuestra justicia y tal justicia es real para nosotros. ¡Amén!

¡Señor, ten misericordia de nosotros! ¡Queremos experimentar que eres uno con nosotros! ¡Queremos constatarlo disfrutándote en todo lo que eres para nosotros! ¡Anhelamos tocarte, tomarte, recibirte y aplicarte! ¡Llénanos Señor con Tu Persona maravillosa! ¡No queremos la doctrina de  la justificación sino la experiencia de Tu Persona! ¡No estamos desesperados y urgidos por más conocimientos, sino por Ti mismo!  ¡Gracias por Tu justificación! ¡Gracias que hemos creído en* Ti! ¡Gracias que estamos unidos contigo! ¡Gracias que estamos en* Ti y Tú en nosotros! ¡Sigue infundiendo en nosotros Tu preciosidad para que podamos apreciarla verdaderamente! ¡Amén!
Inspirado por la Palabra santa para el avivamiento matutino, semana 9 día 1; basado en el Estudio-vida de Gálatas, Living Stream Ministry.