Según Job 38:4-7, Dios creó de manera ordenada y satisfactoria, según Sus medidas e iniciativa, según Su diseño y Su capacidad, y puso Sus fundamentos, en medio de aprobación y alabanzas generales. Además, tal como revela Isaías 45:18, la tierra fue creada con propósito y sentido, no hubo ninguna vanidad, vacío ni error en ello.
En el versículo 1, Dios creó los cielos y la tierra y en el versículo 2, la tierra estaba desordenada y vacía. Entre estos dos momentos, que no son seguidos, simultáneos, ni relacionados directamente, ocurrió algo. Primero tenemos: Creación ordenada, bien diseñada, con propósito, sentido y capacidad; luego vemos: Desorden, vacío, tinieblas, abismo. La situación 1 llegó a ser, se convirtió en la situación 2 y que ambas situaciones o realidades no son contiguas, sino que están separadas por algún evento.
El verbo en hebreo traducido como «estaba» es «hayah», que no comunica la simple noción de estar, de una condición estable, sino de transformación y cambio, como «llegar a ser», convertirse en». También la referencia de la Septuaginta griega confirman esto, porque el verbo griego usado en el versículo 2 no es «eimi» (ser) sino «ginomai» (llegar a ser, convertirse en).
Así que «En el principio creó Dios los cielos y la tierra, pero [indicando un giro de acontecimientos] la tierra se transformó en (se convirtió en, llegó a ser) desordenada y vacía.