Conocer la Palabra de Dios de manera apropiada, para recibir la revelación de Cristo

Conocer la Palabra de Dios

Debemos conocer la Palabra de Dios. Ésta puede quedar escondida o cerrada cuando nuestra experiencia de Dios es pobre o cuando recibimos la Palabra de manera inadecuada, usando únicamente nuestra mente natural, como cuando leemos un libro común, en lugar de ejercitar nuestro espíritu. Por otro lado está la cuestión técnica de las palabras, su origen y el contexto. Por último podríamos mencionar nuestro entorno. Esto lo podemos ejemplificar mediante la siguiente pregunta: “¿Cuánta revelación de la Verdad -no cuántos datos en la mente-, cuánto conocimiento de los idiomas generales y qué nivel de practicalidad apropiada tienen los creyentes a nuestro alrededor, y aquellos a los que tenemos acceso?

Estudiar la Biblia

El primer elemento para estudiar la Biblia con provecho sigue siendo que seamos las personas apropiadas. Además debemos contar con traducciones fiables, una visión espiritual, exposiciones sólidas y una práctica genuina. En este sentido el Señor se ha estado moviendo, especialmente en los últimos siglos. Muchos queridos santos, siguiendo la dirección divina, han estudiado la Biblia, la han traducido, anotado y expuesto el texto para nuestro beneficio y satisfacción de Dios en el cumplimiento de Su propósito. Necesitamos recibir la Palabra de Dios, siempre en los términos establecidos por el Autor, manteniendo el énfasis en Su énfasis, teniendo un entendimiento espiritual según Su entendimiento, para experimentarlo y para alcanzar Su meta. Nuestro discernimiento -debemos tenerlo- sólo debe conducirnos al Autor mismo, experimentarlo a Él en el curso de nuestra lectura y estudio. Debemos alejarnos de las interpretaciones privadas (2P 1:20).

A partir de nuestra lectura de la Palabra

Cuando leemos la Biblia no es admisible que produzcamos una versión personal. Tampoco debemos crear una tradición, sobre la base de aquello que Dios nos ha mostrado. En ese caso nos detendremos y estorbaremos a Dios en Su avance. Debemos conocer el texto y lo que está en Su esencia, al tener comunión con el Autor, sin caer en el peligro de creer que hemos llegado ya a la meta. 

Una advertencia

Sabemos que hoy no está de moda interpretar un texto en concordancia con el interés del autor. Esto lo digo en general, aunque también con relación a la Biblia. La cultura dominante hoy entiende que la conclusión propia de cada lector es lo importante y que la intención del autor es de valor secundario, ya que ésta está “atrapada» a menudo en un contexto cultura diferente de aquel en que se encuentra el lector actual.

Hemos de preguntar al Señor siempre: “¿Qué estás diciendo aquí? ¿Qué significa esto? ¿Cual es Tu propósito aquí?” Nunca la pregunta debe ser: “¿Qué significa esto para mi? ¿Según yo mismo -u otra persona-, qué significa este pasaje? ¿Cuál es el significado particular de esta porción para mí?” Este subjetividad conduce al relativismo. Entonces Dios queda fuera, la Palabra queda vacía y se convierte automáticamente en un asunto personal. Este no es el camino de Dios.

Todavía

Nosotros los cristianos todavía tenemos el mandamiento, la obligación y la necesidad de conocer la Palabra de Dios. ¿Cómo? Conociendo al Autor, Quien es el Origen del texto (2Ti 3:16). Dios mismo es la Palabra (Jn 1:1). Su Palabra es Espíritu y es vida (Jn 6:63). Debemos acercarnos a la Palabra de manera apropiada, en la comunión apropiada (1Jn 1:2-3; Hch 2:41-42; 2Co 3:14), con oración (Ef 6:17-18) para recibir la luz de Dios (1Jn 1:5-7) sin la cual estaremos en tinieblas, la limpieza y purificación necesarias de la sangre del Señor (1Jn 1:7), permaneciendo en el Señor (Jn 15:5) para llevar fruto y ser contados como discípulos del Señor (Jn 15:8). La Biblia es un libro único en vario sentidos. Es Espíritu y es vida, es la leche espiritual (1P 2:2), es nuestro pan de vida (Mt 4:4), nuestro alimento para comer (Jer 15:16) y es Dios mismo (Jn 1:1, 14).

Además, nuestra fe cristiana está contenida en ella. Aquí nos referimos no al acto de creer, sino al conjunto de las verdades fundamentales que recibimos y sobre las que nos sostenemos, la fe objetiva. Este es el contenido de la economía de Dios (La administración de Su Casa -Su familia-, Su dispensación), que también es el contenido del evangelio completo de Dios. Esta fe se menciona en 1 Timoteo 1:4, 19; 2:7; 3:9, 13; 4:1, 6; 5:8; 6:10, 12, 21, en 2 Timoteo 3:8; 4:7 y en Tito 1:1, 4, 13.

Nuestra experiencia espiritual adquiere forma, dirección y fundamento en las Escrituras, y aún nuestra comunión se hace real en ellas, no basta que sea entre nosotros hoy y con Dios, sino que además debe ser con los apóstoles (1Jn 1:3; Hch 2:41-42). Por ello es importante que tengamos una relación con la Palabra que sea apropiada.

A Timoteo -a nosotros

En 1Ti 4:6-9 el apóstol Pablo le dice a Timoteo que su desempeño y aprobación como ministro de Cristo Jesús depende de que exponga “estas cosas”, descritas como palabra fiel y digna, como resultado directo de estar nutrido con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que él siguió con fidelidad, desechando los mitos y ejercitándose para la piedad. Trazar bien la palabra de verdad.

En 2Ti 2:15, el apóstol Pablo usa el término “trazar”. Éste está relacionado con la habilidad proveniente de la práctica de la verdad, el conocimiento fiel de las enseñanzas, al estar nutrido con ellas y el don recibido. ¡Hemos de comer Su Palabra!

¡Hemos de ejercitarnos para la piedad!

Todos tenemos que presentar la verdad aprendida de una manera diestra, exacta y fiel. Esto excluye los generalismos excesivos. También deja fuera el hacerlo por nosotros mismos, usando sólo ideas y conocimientos, sin estar alimentados y constituidos con la Palabra de verdad. Necesitamos presentar la verdad a la manera de ministrar el Cristo que hemos experimentado, y del cual hemos sido llenos, siguiendo Su dirección. Si esto descuidamos seremos ligeros y superficiales. No estaremos expresando a nosotros mismos. ¡Cuánto necesitamos trasmitir la verdad a la manera de revelación, ministrando a Cristo para alimentar a otros con el Pan adecuado, según el énfasis apostólico y divino para alcanzar la meta de la economía de Dios.

 Ser como Dios, expresar a Dios. La vida cristiana debe ser una vida que exprese a Dios y que tenga la semejanza de Dios en todas las cosas (Ti 2:10; 3:16; 4:7, 8; 5:4; 6:3, 5, 6, 11; 2 Ti 3:5, 12; Tit 1:1; 2:12).

Dios, la Serpiente, el Hombre y Jehová

Cuánta luz se obtiene al leer este Estudio-Vida de Génesis. Verdaderamente somos redargüidos a cada paso. Muchos veíamos en Génesis sólo un relato de la creación y una narración de acento histórico. No obstante, hay más que eso, ¡aleluya!, mucho más. Está la vida divina que se nos muestra en este libro «del principio».
El esquema general de Génesis es «Dios creó, satanás corrompió, el hombre cayó y Jehová prometió salvar».
El libro se divide en 3 secciones (Caps. 1-2; 3-11; 12-50), cada una comienza con un nombre: Dios, la serpiente y Jehová. Dios creó, la serpiente corrompió, y Jehová llamó. Dios creó los cielos para la tierra, la tierra para el hombre y el hombre para Dios. La serpiente (Satanás) se infiltró para corromper toda la crwación a través de la rebeldía. Sin embargo allí también vemos a Cristo como la esperanza del hombre caído. Ahora, Jehová llamó a Abraham para comenzar algo nuevo.
A partir del capítulo 3 vemos 8 biografías en 2 grupos de 4: Adán, Abel, Enoc y Noé, del linaje adámico, el linaje creado y Abraham, Isaac, Jacob y José, el linaje de Abraham, el linaje llamado. Todos los llamados, los que creemos en Jesucristo, somos hijos de Abraham (Ga 3: 7,29).
El pensamiento central del libro es «Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el hombre caído cumpla Su propósito por medio de Cristo».
Cristo es la vida para los que El restauró desde la caída. Los 2 primeros capítulos, en realidad, y desde la comprensión apropiada, son una revelación de la vida. Las 8 biografías no hablan mucho de las obras de esos hombres. Más bien relatan su vida, su conducta y su andar con Dios. La Biblia nos dice poco de lo que hizo Adán, pero menciona cuánto vivió: 930 años. Lo único que dice Génesis acerca de Enoc es que caminó con Dios, y que finalmente fue arrebatado a la presencia de Dios. Noé hizo una obra, pero no conforme a sí mismo ni tampoco para sí mismo. Lo hizo todo conforme a la revelación de Dios y para cumplir el propósito de Dios. Usa las biografías de ocho personas para mostrar cómo El necesita una vida que cumpla Su propósito.
En este libro la última vida fue la de Jacob, aquel que finalmente fue llamado Israel, príncipe de Dios. Esta es la intención de Dios: obtener un Israel. Todos debemos ser llevados a la posición en la cual Dios pueda considerarnos Su Israel. Se trata enteramente de la vida. Por tanto, Génesis se centra en la vida, y esta vida es Cristo.
Notas del Estudio-Vida de Génesis, Witness Lee

Dios, la Serpiente, el Hombre y Jehová

Cuánta luz se obtiene al leer este Estudio-Vida de Génesis. Verdaderamente somos redargüidos a cada paso. Si oramos mientras leemos y estamos en la presencia del Señor, diremos amén. Muchos veíamos en Génesis sólo un relato de la creación y una narración de acento histórico. No obstante, hay más, aleluya, mucho más. Está la vida divina que se nos muestra en este libro «del principio».
El esquema general de Génesis es «Dios creó, satanás corrompió, el hombre cayó y Jehová prometió salvar».
El libro se divide en 3 secciones (Caps. 1-2; 3-11; 12-50), cada una comienza con un nombre: Dios, la serpiente y Jehová. Dios creó, la serpiente corrompió, y Jehová llamó. Dios creó los cielos para la tierra, la tierra para el hombre y el hombre para Dios. La serpiente (Satanás) se infiltró para corromper toda la crwación a través de la rebeldía. Sin embargo allí también vemos a Cristo como la esperanza del hombre caído. Ahora, Jehová llamó a Abraham para comenzar algo nuevo.
A partir del capítulo 3 vemos 8 biografías en 2 grupos de 4: Adán, Abel, Enoc y Noé, del linaje adámico, el linaje creado y Abraham, Isaac, Jacob y José, el linaje de Abraham, el linaje llamado. Todos los llamados, los que creemos en Jesucristo, somos hijos de Abraham (Ga 3: 7,29).
El pensamiento central del libro es «Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el hombre caído cumpla Su propósito por medio de Cristo». Cristo es la vida para los que El restauró desde la caída. Los 2 primeros capítulos, en realidad, y desde la comprensión apropiada, son una revelación de la vida. Las 8 biografías no hablan mucho de las obras de esos hombres. Más bien relatan su vida, su conducta y su andar con Dios. La Biblia nos dice poco de lo que hizo Adán, pero menciona cuánto vivió: 930 años. Lo único que dice Génesis acerca de Enoc es que caminó con Dios, y que finalmente fue arrebatado a la presencia de Dios. Noé hizo una obra, pero no conforme a sí mismo ni tampoco para sí mismo. Lo hizo todo conforme a la revelación de Dios y para cumplir el propósito de Dios. Usa las biografías de ocho personas para mostrar cómo El necesita una vida que cumpla Su propósito.
En este libro la última vida fue la de Jacob, aquel que finalmente fue llamado Israel, príncipe de Dios. Esta es la intención de Dios: obtener un Israel. Todos debemos ser llevados a la posición en la cual Dios pueda considerarnos Su Israel. Se trata enteramente de la vida. Por tanto, Génesis se centra en la vida, y esta vida es Cristo.
 
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