Un sacerdote tiene contacto con Dios

Un sacerdote es alguien que vive únicamente por los intereses de Dios y le sirve a Él (Ex 19:6; Ro 14:7-8; 2Co 5:15). Para llevar a cabo este servicio a Dios, es necesario que el sacerdote esté lleno, saturado e impregnado de Dios, para que Dios fluya desde su interior, entonces llegan a ser una expresión viva de Dios (1P 2:5, 9).

Contacto con Dios en la mezcla con Dios

Un sacerdote es alguien que tiene contacto con Dios en la mezcla con Dios. En 1 Corintios 6:17 leemos que el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él. Tenemos en la Palabra un registro de nuestra unión con el Señor en Romanos 11:17, 19, en 6:5 y en Juan 15:4-5.En Romanos 8:4-6 se hace referencia a este espíritu mezclado. El Señor se hizo Espíritu vivificante por medio de la resurrección (1 Co 15:45; 2 Co 3:17) y está con nuestro espíritu (2 Ti 4:22). De este modo es hecho real, accesible y subjetivo para nosotros. ¡Qué bendición!
Esta unión se refiere a la unión que comienza al creer -recibir- en el Señor (Jn 3:15-16). Aquí las Escrituras no habla de una unión simbólica, sino orgánica, según vemos en Juan 15:4-5 en la figura de los pámpanos y la vid. El Señor pudo escoger una manera distinta de representar esta realidad pero allí vemos una relación (unión) con Dios que es orgánica, es decir relacionada con la vida divina. Los pámpanos y la vid no están unidos por la semántica ni los rituales. Su relación es llana y simplemente una cuestión de vida y en la vida. Así nosotros con el Señor. Este tipo de unión con el Señor resucitado sólo se puede realizar en nuestro espíritu. Cuando hablamos de mezcla con Dios hablamos las dos naturalezas, la humana y la divina, de manera inseparable, pero ciertamente distinguible.
El Señor, como el Espíritu se mezcla con nuestro espíritu. Nuestro espíritu fue regenerado por el Espíritu de Dios (Jn 3:6), el cual está ahora en nosotros (Jn 3:19), es decir, es uno con nuestro espíritu (Ro 8:16). Esta frase «es uno» puede resultar inusual para muchos. Ser uno significa que el Espíritu con nuestro espíritu se ha mezclado. Es imposible de separar. Incluso en gran parte del nuevo Testamento es muy difícil determinar si se habla de uno u otro, siempre que se refiere a la experiencia que el creyente tiene de Dios.
Gracias, Señor, que estás en nuestro interior. Gracias que Tu Espíritu ha regenerado nuestro espíritu, mezclándose con éste. Gracias que hemos nacido de nuevo por Tu vida. Gracias por esta mezcla maravillosa. Gracias que hoy te contactamos en nuestro espíritu. Gracias que vamos a Ti en nuestro interior. Gracias que eres accesible y siempre disponible a nosotros en nuestro espíritu. Señor, Te amamos y nos mezclamos contigo para ser salvos cada día, siendo llenos de Ti. Amén.

Servicio en la mezcla con Dios

El hecho de que el sacerdote pase por el lugar santo y entre en el lugar santísimo equivale a su contacto con Dios, y esto no se realiza en él mismo sino en una mezcla. El contacto que un sacerdote tiene con Dios tiene lugar en Dios (He 10:9). Cuando contactamos a Dios no lo hacemos solo de manera objetiva sino subjetiva (en nuestro interior). No contactamos a Dios aparte de Dios, sino que contactamos a Dios en Dios, es decir, en la mezcla con Dios (Jn 15:4-5). Nuestro contacto con Dios tiene lugar en la esfera de Dios. En nuestro espíritu está el Dios completo en el Hijo como el Espíritu vivificante, mezclado con nuestro espíritu, que ha sido de este modo regenerado.
Un sacerdote es alguien que está absoluta y cabalmente mezclado con Dios (Juan 14:20). El propósito de Dios consiste en mezclarse con nosotros para llegar a ser nuestra vida, naturaleza y contenido, y para que lleguemos a ser Su expresión corporativa (Ef 3:16-21; 4:4-6, 16). Esta mezcla de Dios y el hombre es una unión intrínseca de los elementos de la humanidad y la divinidad para formar una sola entidad orgánica, pero los elementos permanecen distintos en la unión (Lc 1:35 nota 2 de la Biblia versión recobro).
 _________________________
Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino, titulada “El recobro del sacerdocio con miras al edificio de Dios″, semana 2: “La definición de lo que es un sacerdote”
  • El Sacerdocio, pág 11El Cristo crucificado, pág 25La Experiencia de vida, pág 171
  • Estudio-Vida de los Salmos, pág 345
  • Vivir en el espíritu, pág 17- 18, 36 y cap 5.
  • El resultado de la unión del Espíritu consumado del Dios Triuno y el espíritu regenerado de los creyentes, pág 30, 34
  • Lecciones de vida, tomo 3, lección 30
  • La esfera divina y mística, pág 54
  • Mensajes para aquellos en el entrenamiento del otoño de 1990, págs 69- 70
  • Servir en le espíritu humano, caps 5, 8
  • The Priesthood and God’s Building caps 9-10
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, págs 456-457.
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, «Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ», caps 7-8
  • The Collected Works of Witness Lee, 1978, tomo 1, «Basic Training», págs 314-315.
  • The Collected Works of Witness Lee, 1970, tomo 3, «The Ministry of the New Covenant and the Spirit», cap 1
  • The Priesthood and God’s Building, caps 1, 8-15
  • Experiencing the Mingling of God, with Man for the Oneness of the Body of Christ, págs 34, 93 y caps 4-5
  • The Central Line of the Divine Revelation, pág 193
  • A Living of Mutual Abiding with the Lord in Spirit, caps 4-5
  • The Practical Way to Live in the Mingling of God with Man, cap 3.

La economía de Dios se lleva a cabo en la esfera de la fe

Habíamos compartido que la economía de Dios se funda en la fe, pues es por fe que Dios se imparte en nosotros. Cualquier otro enfoque es radicalmente no escritural y está alejado de una comprensión sobria, profunda y equilibrada de la Palabra. Si permanecemos en la luz de Dios y recibimos revelación con respecto a lo que Dios desea, hace y anhela completar, entonces veremos que Su economía, esto es, Su gestión administrativa, Su plan, que consiste en impartirse a Sí mismo en Su pueblo escogido, se realiza en la esfera, es decir, el contexto de la fe, dentro de la fe, y en el elemento de la fe, lo que significa que todo cuanto Dios lleva a cabo es en la fe y por fe.

Lo que es ajeno a la fe no tiene relación alguna con la economía de Dios (Ga 3:23-26).

Según el Nuevo Testamento, la fe es Dios mismo como la Palabra que nos ha sido hablada. Dios en Cristo llega hasta nosotros por medio de la Palabra de Dios y mediante el Espíritu de Dios. En Juan 1:1 vemos que la Palabra es Dios. Mucho se ha escrito sobre este tema, sin embargo, si recibimos y exponemos la Palabra, según la Palabra misma y no de acuerdo a un sistema previo, veremos que la Palabra no sólo es Espíritu y es vida, sino que por ser Espíritu y ser vida es Dios. Esta Palabra se hizo carne. El apóstol Juan, a pesar de lo profundo y solemne del asunto, usa frases muy directas y breves. Nuestra mente natural no es directa ni breve, sino que cavila, tirita y se opone continuamente a la Palabra revelada, dando opciones razonadas y estorbadas continuamente por nuestras tradiciones.

«La Palabra de hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros» (Juan 1:1, 14). El Dios Triuno, el Dios completo, el Dios creador, el Dios misterioso y viviente se encarnó en una persona humana, real, temporal y definida, Jesús.

Luego de vivir una vida humana normal, aquel que es hombre perfecto y Dios completo, que estaba en la carne en semejanza de pecado fue a la muerte y muerte en cruz sin haber pecado jamás, murió de manera vicaria por todos nosotros, y resucitó al tercer día, para finalmente ser ascendido, para reinar como Cristo y Señor de todos.

Jesús dijo: «Las Palabras que os he hablado son Espíritu y son vida». Una vez más decimos siguiendo fielmente la Palabra de Dios. Las Palabras que el Señor habló son Espíritu y son vida. Las Palabras que nos explicaron, mostraron y desvelaron el reino, el propósito de Dios, la naturaleza humana, la fe, la redención, la persona de Cristo, la naturaleza de Dios, la iglesia, la piedad… son Espíritu y son vida.

Además nos ha sido revelado que el Señor es el Espíritu (2 Co 3:17), pues fue hecho el Espíritu en resurrección (1Co 15:45) para morar en nosotros. Todo esto es real y maravilloso.

Todas las cosas que tienen que ver con la economía de Dios ocurren, se realizan y se llevan a cabo en fe. El fundamento de la economía de Dios es la fe. ¡Aleluya! Por la Palabra y por el Espíritu Dios en Cristo ha llegado a nosotros, para habitar en nosotros, para mezclarse con nosotros para nuestra salvación completa. ¡Amén! Todas estas realidades llegan a ser nuestras por fe. ¡Aleluya!

¡El Dios Triuno en Cristo como el Espíritu vivificante mora en nosotros!

En la semana 9 del Avivamiento matutino sobre las cuatro columnas del recobro del Señor, día 3, he sido muy impresionado y refrescado por la declaración de que el evangelio de Pablo es una revelación del Dios Triuno, quién se procesó para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo y vivificante.

En 1 Corintios 15:45, dice:

«Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer Adán alma viviente, el postrer Adán Espíritu vivificante».

Mediante la creación, Adán llegó a ser un hombre con un alma, un ser viviente. Adán es el producto de la creación de Dios y es natural. Lo era aún antes de la caída, no importa cuánta pureza tuviera este primer hombre.

Después de la caída, la creación llegó entonces a ser la vieja creación. Este único Adán en Génesis 2, ya no es el único. Después de la encarnación, fue el primero, según vemos en 1 Corintios. El otro tipo de hombre, el segundo, el postrer Adán fue Jesús, el Cristo, que en Su resurrección llegó a ser Espíritu vivificante para impartir la vida divina (Jn 10:10).

El Señor obtuvo un cuerpo material en la encarnación y un cuerpo espiritual en la resurrección. Hoy el Señor es el Espíritu vivificante con un cuerpo espiritual y está listo y disponible para ser recibido por los creyentes para impartirles la vida divina en el interior de ellos. ¡Aleluya! Hoy podemos recibir al Señor en nosotros porque Él es el Espíritu vivificante quien puede residir en nuestro espíritu humano de manera permanente. ¡Alabado sea el Señor! ¡Esto ha sido tan claro y determinante para mí hoy! Puedo declarar, ¡Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, y en Su resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante, no para generar disputas, hipótesis filosóficas ni para que lo entendamos con nuestra mente, sino, y maravillosamente, para entrar en mí y en todos los que crean! Podemos decirles a todos: ¡Dios vive en mí, en Cristo como el Espíritu para mi disfrute y experiencia!

En 2 Corintios 3:17 dice claramente que el Señor es el Espíritu y que donde está el Espíritu hay libertad. ¡El espíritu está en mí! ¡En mí está el Señor! ¡La libertad está en el Señor y la puedo experimentar en mí! ¡Señor, te amamos por tu plan maravilloso! ¡Gracias por mezclarte con nosotros! ¡Gracias porque podemos recibirte al creer y podemos disfrutarte, aprehenderte, experimentarte y participar de ti en nuestro espíritu! Hemos recibido este Espíritu maravilloso al oír con fe. Esto es estupendo. No es algo que podamos clasificar como indefinido el hecho de recibir al Señor al oír con fe y no realizando las buenas obras de la ley, porque si así fuera, ninguno podría hoy recibir el Espíritu. El apóstol Pablo aún nos interpela directamente a cada uno de nosotros, con una palabra muy sobria y directa: «¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por el oír por fe?» Nos dice que definitivamente por el oír por fe.

Recibir el Dios Triuno en nosotros es nuestra mayor bendición. ¡Gracias, Señor por esta bendición!