Adorar a Dios, Quien es Espíritu, en nuestro espíritu y con veracidad

Dios necesita ser adorado en espíritu y con veracidad, porque Él es Espíritu

Juan 4:24 es un versículo muy profundo, que sin embargo transmite Su contenido de manera muy directa y rica. Si nos abrimos al Señor, a Su comunión de vida, mientras tomamos la Palabra, disfrutaremos de una oración sólida, elevada y profunda. La luz de Dios brillará en nosotros.

Dios, Espíritu, adoración, espíritu, veracidad, necesidad

«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren.»

Hay varias cosas sorprendentes en cuanto a esta porción, habla de muchos asuntos serios y cruciales, con sentido de urgencia. Al mismo tiempo es tan breve. Aquí encontramos a Dios, Su naturaleza, el lugar apropiado para adorarlo, la única manera de hacerlo y la necesidad de Dios, para el cumplimiento de Su propósito. Es como una mini Biblia completa en modo muy concentrado.

Dios es Espíritu

Aquí empieza con la rotundidad de “Dios es Espíritu”. Este es el Dios completo, el Dios Triuno: Padre, Hijo y Espíritu. Este Dios entero es Espíritu. ¿Qué significa esto? Espíritu es la naturaleza de Dios. Dios no es material, Él es Espíritu. En términos de referirse a la naturaleza de algo, un equivalente sería: “La verja es de acero”. Esto indica que el material que compone la verja es el acero y el acero aporta sus características esenciales a la verja, porque es la esencia de la verja. No sólo está hecha con acero, sino más específicamente la naturaleza intrínseca de la verja es el acero. Es diferente de afirmar que la verja es dura, o es útil. Aquí denota la naturaleza de Dios. Dios es Espíritu.

En modo negativo, no se refiere al Señor Espíritu (1Co 3:18), que es un título compuesto asignado a nuestro Señor, Quien claramente es el Espíritu (comprobar 1Co 15:45; 2 Co 3:17). Decir que Dios es Espíritu describe la naturaleza del Dios Triuno, no Su función, obra o impacto, tampoco de Sus atributos derivados. Aquí no se habla del Señor Espíritu que tenemos en 2 Corintios 3:18, que se refiere a la Persona de nuestro Señor, Quien es el Espíritu vivificante, que mora en nosotros para impartirnos todas las riquezas de Dios e infundirnos consigo mismo para nuestra transformación, santificación (1Co 1:1) y constitución, para la obra del ministerio, que es la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef 4:12). Dios es Espíritu.

Adoración y nuestro espíritu

En Juan 4:24 Jesús hablaba a la mujer samaritana para instruirla -y a nosotros- acerca de la necesidad de ejercitar su espíritu para acceder a Dios, Quien es Espíritu, para así poder beber – también nosotros- el agua viva, que satisface nuestra sed verdaderamente. Este beber es la verdadera adoración. El apóstol Pablo adoraba de este modo (adorando al tocar a Dios y beber de Él como el agua viva) en el lugar indicado por Dios, su espíritu (Ro 1:9).

Nuestro espíritu es el lugar

Dios estableció un lugar específico para ser adorado y una manera determinada. El sitio elegido para establecer Su Habitación (ref: Dt 11:5, 11, 13-14, 18). Dios mismo indica dónde y cómo Él debe ser, quiere ser y necesita ser adorado. En relación con la adoración y el servicio de Dios lo más importante es escuchar Su hablar, recibir Su revelación, porque la adoración en todos los casos es iniciada por Dios y establecida por Él para lograr Su propósito. Es algo significativo que cuando perdemos la presencia de Dios, perdemos Su hablar. A partir de allí comienzan nuestras «buenas ideas»: El becerro de oro, el clero profesional que prima sobre los demás creyentes, el igualar edificio físico con iglesia, el creer que Dios no puede ser tres porque es uno, el creer que los Tres de la Deidad son sólo manifestaciones temporales del único Dios, judaizar, creer que la preeminencia de Dios puede ser sustituida por obras buenas, intentar cumplir la ley por uno mismo, creer que el tabernáculo simboliza un lugar material… Son innumerables los ejemplos.

Nuestro espíritu es el lugar escogido por Dios para establecer Su Casa espiritual, para realizar la edificación, para hablar, para moverse, para alcanzarnos al mezclarse con nosotros…. El espíritu humano es el sitio donde debemos permanecer, servir a Dios, seguir a Dios, disfrutar a Dios, adorar a Dios, alabar a Dios y predicar el evangelio, conocer a Dios. Es el lugar escogido por Dios para que lo experimentemos y donde lo ministremos a otros para que sean salvos, edificados y lleguen a ser edificadores al ejercitar Su espíritu en comunión, como sacerdocio santo y real. En nuestro espíritu humano se lleva a cabo la edificación de la iglesia (ver Efesios 2:22, nota 4).

Dios debe ser adorado en Su lugar y con las ofrendas

El lugar que Él escogió, el tabernáculo (Lv 1-6), para establecer Su Habitación, tipifica el espíritu humano, donde nosotros somos juntamente edificados para morada de Dios (Ef 2:22). Las ofrendas todas tipifican a Cristo. Cristo es el cumplimiento y la realidad de todas ellas, que en el Antiguo Testamento eran sombras de lo que habría de venir. Eso que habría de venir, ya está aquí mediante la encarnación, el vivir humano, la muerte, la resurrección, la ascensión y el regreso como el Espíritu vivificante que está en nosotros desde el momento en que creímos. ¡El Señor está en nosotros y nosotros en el Señor! ¡Aleluya! l Señor fue claro con la mujer samaritana. Ella debía ir a su espíritu y contactar a Dios, Quien es Espíritu, justo allí -como nosotros hoy- y no yendo a lugares físicos y usando ofrendas materiales. Nuestro ir a adorar ya no es una cuestión geográfica. Ya no es un viaje a través del espacio físico. En términos absolutos, es un viaje a nuestro espíritu regenerado.

Veracidad

Jn. 4:245 veracidad

Hay versiones bíblicas que dicen: «en espíritu y en verdad». Esto podría ser una versión aceptable. Sin embargo, asomémonos a este versículo cuidadosamente y explico brevemente por qué usamos el adjetivo «veracidad» en lugar de la conocida y elegante frase «en verdad». Preferimos el adjetivo porque creemos que transmite mejor el contenido del versículo. Aquí se refiere a la manera en que nosotros, los creyentes, debemos adorar. Hay dos nociones en este versículo que nos introducen en las pautas apropiadas para adorar: 1- El lugar y 2- la manera. En cuanto a la ubicación, la respuesta del Señor es: Debemos adorar a Dios en espíritu -en nuestro espíritu humano-. En cuánto al cómo, vemos que Su Palabra dice: De una manera veraz, auténtica y sincera (con veracidad). Estas son cualidades que las personas pueden tener.

Ahora, en un sentido intrínseco, las cualidades -o cualidad- necesarias y propias de la adoración a la que se refiere el apóstol Juan no son naturales. Esto no coincidiría con el contexto de este capítulo y con el contexto de la revelación contenida en este libro completo. Esta veracidad o «cualidad de ser genuino y verdaderamente sinceros» tiene su origen en la realidad divina en nosotros, que mediante el proceso de transformación y santificación, llega a ser nuestras virtudes humanas, no las buenas cosas que hay en nosotros naturalmente, sino el resultado del obrar de Dios en nuestro interior.

Veracidad, tal como lo hemos presentado, es la cualidad necesaria para llevar a cabo una adoración verdadera de Dios, y es lo contrario a la hipocresía de la samaritana inmoral, adoradora falsa y desorientada de Dios (vs 16-18). Esta samaritana adoraba a Dios objetivamente, según tradiciones ancestrales, sin conocerle, sin la revelación, en una esfera natural y cultural. Jesús, al mismo tiempo que la expuso en su pecado e ignorancia, le señaló el camino: Su espíritu, y la manera: Mediante la cualidad resultante de la santificación y la transformación. Una presentación extraordinaria y una revelación preciosa y completa. En cuanto a escuchar a Dios, debemos todos colocarnos en los zapatos de la samaritana. Quizás hayamos sido cristianos por muchos años y no nos sentimos cómodos con la sugerencia de identificarnos con una pecadora, sin embargo, en un sentido -como ella- todos necesitamos que Cristo nos revele el lugar y el camino, nos exponga, abra nuestros ojos, nos alumbre y nos refresque con Su revelación. Todos necesitamos actualizar nuestra visión y nuestra revelación.

La realidad divina es Cristo (quien es la realidad, 14:6) como la realidad de todas las ofrendas del Antiguo Testamento con las cuales se adora a Dios (1:29; 3:14) y como la fuente de agua viva, el Espíritu vivificante (vs. 7-15), del cual participan y beben Sus creyentes, para que sea la realidad subjetiva de ellos. Finalmente ésta llega a ser la autenticidad y sinceridad con las cuales adoran a Dios de la manera que El quiere. (Véase la nota 66 de 1 Jn. 1; Ro. 3:7, y la nota 82 de Ro. 15).

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Ref:
  • Levítico, principalmente Lv 1:1-6 y Juan 4:24, con los demás versículos aquí señalados, y sus notas correspondientes, de la Biblia versión recobro, publicada por Living Stream Ministry

 

Un sacerdote tiene contacto con Dios

Un sacerdote es alguien que vive únicamente por los intereses de Dios y le sirve a Él (Ex 19:6; Ro 14:7-8; 2Co 5:15). Para llevar a cabo este servicio a Dios, es necesario que el sacerdote esté lleno, saturado e impregnado de Dios, para que Dios fluya desde su interior, entonces llegan a ser una expresión viva de Dios (1P 2:5, 9).

Contacto con Dios en la mezcla con Dios

Un sacerdote es alguien que tiene contacto con Dios en la mezcla con Dios. En 1 Corintios 6:17 leemos que el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él. Tenemos en la Palabra un registro de nuestra unión con el Señor en Romanos 11:17, 19, en 6:5 y en Juan 15:4-5.En Romanos 8:4-6 se hace referencia a este espíritu mezclado. El Señor se hizo Espíritu vivificante por medio de la resurrección (1 Co 15:45; 2 Co 3:17) y está con nuestro espíritu (2 Ti 4:22). De este modo es hecho real, accesible y subjetivo para nosotros. ¡Qué bendición!
Esta unión se refiere a la unión que comienza al creer -recibir- en el Señor (Jn 3:15-16). Aquí las Escrituras no habla de una unión simbólica, sino orgánica, según vemos en Juan 15:4-5 en la figura de los pámpanos y la vid. El Señor pudo escoger una manera distinta de representar esta realidad pero allí vemos una relación (unión) con Dios que es orgánica, es decir relacionada con la vida divina. Los pámpanos y la vid no están unidos por la semántica ni los rituales. Su relación es llana y simplemente una cuestión de vida y en la vida. Así nosotros con el Señor. Este tipo de unión con el Señor resucitado sólo se puede realizar en nuestro espíritu. Cuando hablamos de mezcla con Dios hablamos las dos naturalezas, la humana y la divina, de manera inseparable, pero ciertamente distinguible.
El Señor, como el Espíritu se mezcla con nuestro espíritu. Nuestro espíritu fue regenerado por el Espíritu de Dios (Jn 3:6), el cual está ahora en nosotros (Jn 3:19), es decir, es uno con nuestro espíritu (Ro 8:16). Esta frase «es uno» puede resultar inusual para muchos. Ser uno significa que el Espíritu con nuestro espíritu se ha mezclado. Es imposible de separar. Incluso en gran parte del nuevo Testamento es muy difícil determinar si se habla de uno u otro, siempre que se refiere a la experiencia que el creyente tiene de Dios.
Gracias, Señor, que estás en nuestro interior. Gracias que Tu Espíritu ha regenerado nuestro espíritu, mezclándose con éste. Gracias que hemos nacido de nuevo por Tu vida. Gracias por esta mezcla maravillosa. Gracias que hoy te contactamos en nuestro espíritu. Gracias que vamos a Ti en nuestro interior. Gracias que eres accesible y siempre disponible a nosotros en nuestro espíritu. Señor, Te amamos y nos mezclamos contigo para ser salvos cada día, siendo llenos de Ti. Amén.

Servicio en la mezcla con Dios

El hecho de que el sacerdote pase por el lugar santo y entre en el lugar santísimo equivale a su contacto con Dios, y esto no se realiza en él mismo sino en una mezcla. El contacto que un sacerdote tiene con Dios tiene lugar en Dios (He 10:9). Cuando contactamos a Dios no lo hacemos solo de manera objetiva sino subjetiva (en nuestro interior). No contactamos a Dios aparte de Dios, sino que contactamos a Dios en Dios, es decir, en la mezcla con Dios (Jn 15:4-5). Nuestro contacto con Dios tiene lugar en la esfera de Dios. En nuestro espíritu está el Dios completo en el Hijo como el Espíritu vivificante, mezclado con nuestro espíritu, que ha sido de este modo regenerado.
Un sacerdote es alguien que está absoluta y cabalmente mezclado con Dios (Juan 14:20). El propósito de Dios consiste en mezclarse con nosotros para llegar a ser nuestra vida, naturaleza y contenido, y para que lleguemos a ser Su expresión corporativa (Ef 3:16-21; 4:4-6, 16). Esta mezcla de Dios y el hombre es una unión intrínseca de los elementos de la humanidad y la divinidad para formar una sola entidad orgánica, pero los elementos permanecen distintos en la unión (Lc 1:35 nota 2 de la Biblia versión recobro).
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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino, titulada “El recobro del sacerdocio con miras al edificio de Dios″, semana 2: “La definición de lo que es un sacerdote”
  • El Sacerdocio, pág 11El Cristo crucificado, pág 25La Experiencia de vida, pág 171
  • Estudio-Vida de los Salmos, pág 345
  • Vivir en el espíritu, pág 17- 18, 36 y cap 5.
  • El resultado de la unión del Espíritu consumado del Dios Triuno y el espíritu regenerado de los creyentes, pág 30, 34
  • Lecciones de vida, tomo 3, lección 30
  • La esfera divina y mística, pág 54
  • Mensajes para aquellos en el entrenamiento del otoño de 1990, págs 69- 70
  • Servir en le espíritu humano, caps 5, 8
  • The Priesthood and God’s Building caps 9-10
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, págs 456-457.
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, «Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ», caps 7-8
  • The Collected Works of Witness Lee, 1978, tomo 1, «Basic Training», págs 314-315.
  • The Collected Works of Witness Lee, 1970, tomo 3, «The Ministry of the New Covenant and the Spirit», cap 1
  • The Priesthood and God’s Building, caps 1, 8-15
  • Experiencing the Mingling of God, with Man for the Oneness of the Body of Christ, págs 34, 93 y caps 4-5
  • The Central Line of the Divine Revelation, pág 193
  • A Living of Mutual Abiding with the Lord in Spirit, caps 4-5
  • The Practical Way to Live in the Mingling of God with Man, cap 3.

Un sacerdote genuino sirve a Dios cuando disfruta a Dios en Cristo

En la entrada anterior compartimos una relación abreviada de lo que es -y hace- un sacerdote auténtico. Lo primero que debe hacer un sacerdote es disfrutar a Dios en Cristo mediante el Espíritu en su espíritu regenerado. Esto es lo normal. A veces parece que ser sacerdote es algo muy complejo. En términos de lo profundo y elevado que este asunto es, debemos admitir que es complejo, sin embargo, como toda revelación de Dios, el punto central y práctico es nuestra experiencia.

Somos sacerdotes

Somos sacerdotes para experimentar a Dios y experimentamos a Dios para ser sacerdotes. Dios necesita sacerdotes que edifiquen. Cuando esto ocurre, ellos son edificados como Casa espiritual, que es la morada mutua y eterna de Dios y los hombres.

¿Cómo saber si soy llamado para servir?

Todos los creyentes deben servir a Dios. ¿Cómo servirlo? Primeramente yendo a Dios, contactando a Dios y disfrutando a Dios para estar lleno de Dios y que Dios rebose en nosotros. Entonces Dios llegará a ser nuestra constitución, nuestra vida y nuestra expresión. Todos debemos aprender esta «habilidad espiritual básica», para que Dios pueda expresarse mediante nosotros.

Dios nuestra imagen, nuestra expresión

Dios se expresará a través de nosotros cuando pueda fluir desde nosotros. Dios se quiere forjar en nosotros para expresarse en nosotros y así nosotros llegamos a ser la expresión de Dios. Es crucial para Dios forjarse en el hombre para la edificación de Su Casa. Espero que muchos de nosotros recibamos esta carga y nos abramos al Señor de manera urgente para que Dios nos revele lo que está en Su corazón.

Disfrutar a Dios en Cristo

Un sacerdote es alguien que sirve a Dios cuando disfruta a Dios en Cristo. No es casual que el primer punto del desempeño práctico de un sacerdote que abordamos aquí sea el disfrute de Dios. Toda la experiencia, naturaleza, condición y función sacerdotal dependen directamente de nuestro disfrute de Dios. Disfrutamos a Dios cuando lo adoramos, lo recibimos, permanecemos con Él, sentimos Su presencia, somos contagiados de Su persona maravillosa cuando somos infundidos por Él, llenos de Él.

Pablo servía en su espíritu

En Romanos 1:9 vemos que Pablo servía a Dios en su espíritu, en el evangelio de Su Hijo. Notemos que nunca dice que lo servía de acuerdo a la idea bíblica del evangelio, o siguiendo el plan doctrinal del evangelio a través de muchos esfuerzos. Tampoco dice que él servía en el Espíritu Santo. La palabra griega “servir” significa servir en adoración. «Esta palabra está también usada en Mt 4:10; 2 Ti 1:3; Fil 3:3; Lc 2:37.

La predicación de Pablo era su adoración a Dios

Pablo consideraba su predicación del evangelio como adoración y servicio a Dios, no meramente como una obra”. Pablo servía en su espíritu en el evangelio. Necesitamos leer este versículo con oración, para tener la luz necesaria, y en Su gracia, siendo muy sobrios delante de Dios, recibir la Palabra pura de manera apropiada. Pablo servía en su espíritu, el espíritu regenerado de Pablo, el espíritu humano de Pablo que había sido ocupado por el Espíritu vivificante y mezclado con Él. Aquí no nos referimos al «Espíritu de Dios, sino al espíritu regenerado de Pablo. 

Espíritu, corazón, alma, mente, emoción…

El espíritu es diferente del corazón, del alma, de la mente, de la parte emotiva, de la voluntad y de la vida natural. Cristo y el Espíritu están con los creyentes en el espíritu humano regenerado de ellos (2 Ti. 4:22; Ro. 8:16). En este libro Pablo recalcó que todo lo que somos (2:29; 8:5, 6, 9), todo lo que tenemos (8:10, 16), y todo lo que hacemos para Dios (v.9; 7:6; 8:4, 13; 12:11) debe darse en este espíritu. Él no servía a Dios en su alma por el poder y capacidad del alma, sino en en su espíritu regenerado por medio del Cristo que moraba en él, el Espíritu vivificante. Este es el primer punto importante de su predicación del evangelio.

El Espíritu y el fruto del Espíritu

Por otro lado, Gálatas 5:22 habla del fruto del Espíritu (Espíritu con mayúscula), en nueve aspectos, que son expresiones diferentes del Espíritu, Quien es vida en nosotros. De la misma manera que la carne es la expresión del viejo Adán, el Espíritu es Cristo (1Co 15:45) hecho real para nosotros. En realidad, a Cristo se le vive como el Espíritu en nuestro espíritu.

Los aspectos del fruto del Espíritu presentado por puntos son las misma características de Cristo. Cuando uno disfruta el Espíritu, esto ocurre en nuestro espíritu. Cuando disfruta al Espíritu, disfruta al Hijo, Quien es el Dios completo y el hombre perfecto hecho disponible, accesible y subjetivo para nosotros como el Espíritu. Al Espíritu recibimos cuando creímos y regenera nuestro espíritu. Amén. Pablo servía en su espíritu, en adoración. Nosotros, como sacerdotes hemos de hacer lo mismo. ¡Aleluya!

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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino,“Estudio de cristalización de Éxodo tomo 2″, semana 12: “Un reino de sacerdotes”
  • El avance del recobro del Señor hoy, caps 1-2
  • El sacerdocio, pág 54
  • The Collected Works of Witness Lee, 1965, tomo 2, págs 455, 459 y 461
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, “Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ, caps 7-8.

¡El Dios Triuno en Cristo como el Espíritu vivificante mora en nosotros!

En la semana 9 del Avivamiento matutino sobre las cuatro columnas del recobro del Señor, día 3, he sido muy impresionado y refrescado por la declaración de que el evangelio de Pablo es una revelación del Dios Triuno, quién se procesó para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo y vivificante.

En 1 Corintios 15:45, dice:

«Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer Adán alma viviente, el postrer Adán Espíritu vivificante».

Mediante la creación, Adán llegó a ser un hombre con un alma, un ser viviente. Adán es el producto de la creación de Dios y es natural. Lo era aún antes de la caída, no importa cuánta pureza tuviera este primer hombre.

Después de la caída, la creación llegó entonces a ser la vieja creación. Este único Adán en Génesis 2, ya no es el único. Después de la encarnación, fue el primero, según vemos en 1 Corintios. El otro tipo de hombre, el segundo, el postrer Adán fue Jesús, el Cristo, que en Su resurrección llegó a ser Espíritu vivificante para impartir la vida divina (Jn 10:10).

El Señor obtuvo un cuerpo material en la encarnación y un cuerpo espiritual en la resurrección. Hoy el Señor es el Espíritu vivificante con un cuerpo espiritual y está listo y disponible para ser recibido por los creyentes para impartirles la vida divina en el interior de ellos. ¡Aleluya! Hoy podemos recibir al Señor en nosotros porque Él es el Espíritu vivificante quien puede residir en nuestro espíritu humano de manera permanente. ¡Alabado sea el Señor! ¡Esto ha sido tan claro y determinante para mí hoy! Puedo declarar, ¡Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, y en Su resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante, no para generar disputas, hipótesis filosóficas ni para que lo entendamos con nuestra mente, sino, y maravillosamente, para entrar en mí y en todos los que crean! Podemos decirles a todos: ¡Dios vive en mí, en Cristo como el Espíritu para mi disfrute y experiencia!

En 2 Corintios 3:17 dice claramente que el Señor es el Espíritu y que donde está el Espíritu hay libertad. ¡El espíritu está en mí! ¡En mí está el Señor! ¡La libertad está en el Señor y la puedo experimentar en mí! ¡Señor, te amamos por tu plan maravilloso! ¡Gracias por mezclarte con nosotros! ¡Gracias porque podemos recibirte al creer y podemos disfrutarte, aprehenderte, experimentarte y participar de ti en nuestro espíritu! Hemos recibido este Espíritu maravilloso al oír con fe. Esto es estupendo. No es algo que podamos clasificar como indefinido el hecho de recibir al Señor al oír con fe y no realizando las buenas obras de la ley, porque si así fuera, ninguno podría hoy recibir el Espíritu. El apóstol Pablo aún nos interpela directamente a cada uno de nosotros, con una palabra muy sobria y directa: «¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por el oír por fe?» Nos dice que definitivamente por el oír por fe.

Recibir el Dios Triuno en nosotros es nuestra mayor bendición. ¡Gracias, Señor por esta bendición!