Un sacerdote tiene contacto con Dios

Un sacerdote es alguien que vive únicamente por los intereses de Dios y le sirve a Él (Ex 19:6; Ro 14:7-8; 2Co 5:15). Para llevar a cabo este servicio a Dios, es necesario que el sacerdote esté lleno, saturado e impregnado de Dios, para que Dios fluya desde su interior, entonces llegan a ser una expresión viva de Dios (1P 2:5, 9).

Contacto con Dios en la mezcla con Dios

Un sacerdote es alguien que tiene contacto con Dios en la mezcla con Dios. En 1 Corintios 6:17 leemos que el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él. Tenemos en la Palabra un registro de nuestra unión con el Señor en Romanos 11:17, 19, en 6:5 y en Juan 15:4-5.En Romanos 8:4-6 se hace referencia a este espíritu mezclado. El Señor se hizo Espíritu vivificante por medio de la resurrección (1 Co 15:45; 2 Co 3:17) y está con nuestro espíritu (2 Ti 4:22). De este modo es hecho real, accesible y subjetivo para nosotros. ¡Qué bendición!
Esta unión se refiere a la unión que comienza al creer -recibir- en el Señor (Jn 3:15-16). Aquí las Escrituras no habla de una unión simbólica, sino orgánica, según vemos en Juan 15:4-5 en la figura de los pámpanos y la vid. El Señor pudo escoger una manera distinta de representar esta realidad pero allí vemos una relación (unión) con Dios que es orgánica, es decir relacionada con la vida divina. Los pámpanos y la vid no están unidos por la semántica ni los rituales. Su relación es llana y simplemente una cuestión de vida y en la vida. Así nosotros con el Señor. Este tipo de unión con el Señor resucitado sólo se puede realizar en nuestro espíritu. Cuando hablamos de mezcla con Dios hablamos las dos naturalezas, la humana y la divina, de manera inseparable, pero ciertamente distinguible.
El Señor, como el Espíritu se mezcla con nuestro espíritu. Nuestro espíritu fue regenerado por el Espíritu de Dios (Jn 3:6), el cual está ahora en nosotros (Jn 3:19), es decir, es uno con nuestro espíritu (Ro 8:16). Esta frase «es uno» puede resultar inusual para muchos. Ser uno significa que el Espíritu con nuestro espíritu se ha mezclado. Es imposible de separar. Incluso en gran parte del nuevo Testamento es muy difícil determinar si se habla de uno u otro, siempre que se refiere a la experiencia que el creyente tiene de Dios.
Gracias, Señor, que estás en nuestro interior. Gracias que Tu Espíritu ha regenerado nuestro espíritu, mezclándose con éste. Gracias que hemos nacido de nuevo por Tu vida. Gracias por esta mezcla maravillosa. Gracias que hoy te contactamos en nuestro espíritu. Gracias que vamos a Ti en nuestro interior. Gracias que eres accesible y siempre disponible a nosotros en nuestro espíritu. Señor, Te amamos y nos mezclamos contigo para ser salvos cada día, siendo llenos de Ti. Amén.

Servicio en la mezcla con Dios

El hecho de que el sacerdote pase por el lugar santo y entre en el lugar santísimo equivale a su contacto con Dios, y esto no se realiza en él mismo sino en una mezcla. El contacto que un sacerdote tiene con Dios tiene lugar en Dios (He 10:9). Cuando contactamos a Dios no lo hacemos solo de manera objetiva sino subjetiva (en nuestro interior). No contactamos a Dios aparte de Dios, sino que contactamos a Dios en Dios, es decir, en la mezcla con Dios (Jn 15:4-5). Nuestro contacto con Dios tiene lugar en la esfera de Dios. En nuestro espíritu está el Dios completo en el Hijo como el Espíritu vivificante, mezclado con nuestro espíritu, que ha sido de este modo regenerado.
Un sacerdote es alguien que está absoluta y cabalmente mezclado con Dios (Juan 14:20). El propósito de Dios consiste en mezclarse con nosotros para llegar a ser nuestra vida, naturaleza y contenido, y para que lleguemos a ser Su expresión corporativa (Ef 3:16-21; 4:4-6, 16). Esta mezcla de Dios y el hombre es una unión intrínseca de los elementos de la humanidad y la divinidad para formar una sola entidad orgánica, pero los elementos permanecen distintos en la unión (Lc 1:35 nota 2 de la Biblia versión recobro).
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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino, titulada “El recobro del sacerdocio con miras al edificio de Dios″, semana 2: “La definición de lo que es un sacerdote”
  • El Sacerdocio, pág 11El Cristo crucificado, pág 25La Experiencia de vida, pág 171
  • Estudio-Vida de los Salmos, pág 345
  • Vivir en el espíritu, pág 17- 18, 36 y cap 5.
  • El resultado de la unión del Espíritu consumado del Dios Triuno y el espíritu regenerado de los creyentes, pág 30, 34
  • Lecciones de vida, tomo 3, lección 30
  • La esfera divina y mística, pág 54
  • Mensajes para aquellos en el entrenamiento del otoño de 1990, págs 69- 70
  • Servir en le espíritu humano, caps 5, 8
  • The Priesthood and God’s Building caps 9-10
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, págs 456-457.
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, «Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ», caps 7-8
  • The Collected Works of Witness Lee, 1978, tomo 1, «Basic Training», págs 314-315.
  • The Collected Works of Witness Lee, 1970, tomo 3, «The Ministry of the New Covenant and the Spirit», cap 1
  • The Priesthood and God’s Building, caps 1, 8-15
  • Experiencing the Mingling of God, with Man for the Oneness of the Body of Christ, págs 34, 93 y caps 4-5
  • The Central Line of the Divine Revelation, pág 193
  • A Living of Mutual Abiding with the Lord in Spirit, caps 4-5
  • The Practical Way to Live in the Mingling of God with Man, cap 3.

Cristo es el todo del servicio sacerdotal

En Filipenses 1:8 Pablo expresa un sentimiento muy intenso: Afecto profundo, tierna misericordia y compasión. Él añoraba a los santos. En su añoranza por los santos, el apóstol era uno con lo que Cristo sentía en Sus entrañas. Aquí tenemos los profundos sentimientos de Cristo que son los mismo intensos sentimientos de Pablo. Cristo añora, Pablo añoraba, nosotros añoramos. Cristo siente tierna misericordia, Pablo sentía profunda misericordia, nosotros sentimos profunda misericordia. Cristo experimenta compasión, Pablo experimentaba compasión, nosotros experimentamos compasión.

Como sacerdote, Pablo era uno con Cristo. Su función sacerdotal estaba plenamente identificada con Cristo. La nuestra, si es genuina, debe ser exactamente de esta manera. Esto indica que para Pablo, disfrutar a Cristo equivalía a ser uno con las entrañas de Cristo, en las cuales él le disfrutaba como su suministro de gracia. Así nosotros. Del mismo modo.
Algunos han preguntado -según la moda de hoy-, lo siguiente: ¿Pero eso no es imitar ciegamente a otra persona? ¿No deberíamos ser originales, sin seguir a hombre alguno, y tener ideas propias para no ser meros imitadores? Esta pregunta causa tristeza al corazón de Dios, pero estoy seguro que a Él le encanta cuando se formula de manera genuina y neutral, por la posibilidad que da de proporcionar una respuesta. El sacerdocio proviene de Dios, se desempeña en el ámbito de Dios y es para Dios.
Nosotros hemos sido escogidos para integrarnos en él y ser partícipes del proceso de Dios con vistas a la edificación de Su casa espiritual. En este sentido, el sacerdocio no es algo que nosotros planeamos o creamos, que nos beneficia a nosotros como autores ni es para nuestro beneficio personal. Mediante el sacerdocio, Dios con nosotros, mediante nosotros y para ambos, lleva a cabo Su economía, que es la administración divina para el cumplimiento de Su propósito, que por Su iniciativa, por Su misericordia y en Su gracia, estamos incluidos.
Pablo era un sacerdote, y como todos los sacerdotes -elegido, seleccionado, destinado, capacitado, equipado, sostenido, lleno, guiado, mezclado, en gloria- santificado y apartado por Dios para su función, con vistas a, junto con otros, ser edificados como Casa mutua de Dios y el hombre. Si nosotros, como Pablo, como también elegidos por Dios para ser sacerdotes reales, esto es un altísimo honor, por ello ser uno con Pablo, seguir a Pablo y hacer lo que Pablo, significa que somos uno con Dios en Sus intereses. El único interesado en que nos marginemos de Dios, siendo independientes de Dios, con ideas propias, planes individuales, gloria personal y agenda única, es el enemigo de Dios el diablo. El señor tenga misericordia y nos guarde en el sacerdocio.

En Colosenses

Pablo describe este servicio sacerdotal en Colosenses 1:27-28. El servicio del apóstol era con Cristo por cuanto él servía Cristo a otros. ¿Que daba Pablo a otros? ¿Qué mostraba Pablo a otros? ¿Qué transmitía Pablo a otros? Si nuestro servicio hoy es llevado a cabo con algo diferente de Cristo, está mal. Hay algo erróneo en el sacerdocio ejercido con algo más que Cristo, sin importar lo bueno que sea. Esta palabra es muy sobria. Debemos preguntarnos frente al Señor. ¿Estoy transmitiendo algo diferente de Cristo mismo? ¿Estoy ofreciendo algo distinto de Cristo? ¿Lo que ministro a otros es Cristo o algo más? ¡Aleluya por esta Palabra! Las riquezas (Ro 9:23) de la gloria es todo aquello que Cristo es. Debemos ministrar Cristo a otros a partir del Cristo que está en nosotros. Esto excluye, en términos estrictos, todas las cosas que son buenas y recomendables aparte de Cristo. Dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio a los demás es que las riquezas de la gloria de este misterio que está en nosotros fluya hacia otros, reboce de nosotros y alcance a otros. Sólo entonces las riquezas de la gloria de este misterios serán dadas a conocer. “Cristo en nosotros es misterioso y también es glorioso”. La gloria consiste en la expresión y la transmisión de algo. Dios es glorioso porque Él se expresa a Sí mismo. Es un Dios que se expresa, se da a conocer.

Con, mediante, por…

Si servimos apropiadamente a Dios entonces nuestro servicio será con Cristo, mediante Cristo y por Cristo. Sé que aquí hemos anotado tres preposiciones, que colocamos subsiguientemente, pero no deben ser separadas. Humanamente hablando, para no caer en la trampa de la semántica que pueda atraparnos en palabras estériles, y nos impida presentar el misterio según la Palabra, hemos de decir que servir con algo es que ese algo sea el objeto e instrumento de nuestro servicio. Servir mediante algo es que ese algo sea el medio de nuestro servicio, y finalmente, servir por algo es que ese algo sea el origen y causa de nuestro servicio. Así que nuestro servicio sacerdotal está ligado e implicado con Cristo de manera absoluta en todos los sentidos.
Cristo mora en nosotros como el Espíritu para ser nuestra vida y nuestra persona. Él es nuestra esperanza de gloria. En Su venida seremos glorificados en Él. El Cristo que mora en nosotros satura nuestro ser. En esta saturación y rebosamiento es que servimos a Dios, cuando Su gloria se expresa mediante nosotros. Ahora, esta saturación al final llegará a ser completa y total, para que nuestro cuerpo físico sea transfigurado y conformado el cuerpo de Su gloria (Fil 3:21). Una vez más, la manera, el instrumento, le medio, el objeto, la causa y el origen de nuestro sacerdocio, tanto como Cuerpo como en función, nos llevará a la gloria completa (Ro 8:30). ¿No es esto lo más maravilloso que ha escuchado usted jamás?

Experiencia apropiada

En Colosenses, encontramos expresiones como «Cristo en vosotros» (v. 27), «perfecto en Cristo» (v. 28), andad «en Él» (2:6), «según Cristo» (2:8), «os dio vida juntamente con Él» (2:13), «habéis muerto con Cristo» (2:20), «asiéndose de la Cabeza» (2:19), «en virtud de quien» (2:19), y «crece con el crecimiento de Dios» (2:19). Estas expresiones nos dan un cuadro completo y un repaso exhaustivo de la experiencia apropiada que deberíamos tener de Cristo como sacerdotes.

Perfecto y completo

En la entrada anterior, donde compartimos nuestras notas respecto a disfrutar a Cristo como la realidad de todas las ofrendas, mencionamos que los nuevos creyentes traídos a la vida mediante nuestra predicación del evangelio eran parte de estas ofrendas. Aquí vemos en esta porción de Colosenses un patrón de esto. La palabra “perfecto” alude a  plenitud en cuanto a calidad, mientras que “completo» denota plenitud en cuanto a cantidad. ¡Perfecto y completo! «El ministerio del apóstol, ya sea al anunciar a Cristo o al amonestar y enseñar a los hombres en toda sabiduría, estaba exclusivamente dirigido a ministrar a Cristo a los hombres para que llegasen a ser perfectos y completos al madurar con Cristo, el elemento de la vida divina, hasta alcanzar el pleno crecimiento”.
«Primero somos puestos en Cristo; luego Cristo está en nosotros. Cuanto más somos introducidos en Cristo, más se introduce El en nosotros, y cuanto más El se introduce en nosotros, más nos introducimos en El. Por medio de este ciclo crecemos en vida». Se refiere al cuerpo físico, del cual Cristo se vistió en Su humanidad, lo cual indica que toda la plenitud de la Deidad mora en Cristo, quien tiene un cuerpo humano. Antes de la encarnación de Cristo, la plenitud de la Deidad moraba en El como la Palabra eterna, pero no corporalmente. Desde el momento en que Cristo se encarnó, es decir, desde que se vistió con un cuerpo humano, la plenitud de la Deidad empezó a morar en El de una manera corporal, y ahora y por siempre mora en Su cuerpo glorificado (Fil. 3:21).

«Plenitud» y «llenos»

Finalmente en este punto de servir a Dios con Cristo, mediante Cristo y por Cristo avanzamos hasta el capítulo 2 de Colosenses, versículos 9 y 10. Nos referiremos a dos puntos que son vitales para presentar la función sacerdotal:
“plenitud de la Deidad” y “llenos en Él”.
Esta plenitud no se refiere a las riquezas de Dios sino a la expresión de estas riquezas de Dios. El que corporalmente habite en Cristo toda la plenitud de la Deidad significa que todas las riquezas de Dios (están, desde luego) se expresan en Cristo y esta expresión es todo lo que Dios es (véase la nota 19-3 de Efesios 3 en la Biblia versión recobro). La Deidad es diferente de las características divinas manifestadas en las cosas creadas (Ro 1:20). Esto prueba la deidad de Cristo
«La palabra griega implica completamiento, perfección. Ya que toda la plenitud mora en Cristo, cuando nosotros fuimos puestos en Cristo (1 Co. 1:30), fuimos llenos de todas las riquezas divinas. Por lo tanto, no necesitamos otra fuente. Como Cristo es nuestra perfección y completamiento, no debemos hacer de principados ni potestades objetos de adoración, porque El es la Cabeza (Ef 1:21-22) de todos ellos. Esto va en contra del culto a los ángeles (v. 18)”.
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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino, “Estudio de cristalización de Éxodo tomo 2″, semana 12: “Un reino de sacerdotes”
  • El avance del recobro del Señor hoy, caps 1-2
  • El sacerdocio, pág 54, disponibles para leer online aquí
  • The Collected Works of Witness Lee, 1965, tomo 2, págs 455, 459 y 461
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, “Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ, caps 7-8.

Un sacerdote sirve por medio de Cristo como realidad de las ofrendas

Un sacerdote sirve por medio de Cristo. Este principio es fundamental. No servimos por medio de nuestras capacidades naturales, o por medio del apoyo familiar, o por medio de nuestras buenas intenciones, ni siquiera por medio de un ideal elevado que tengamos. Servimos por medio de Cristo. Si quitamos a Cristo de la ecuación, nuestro servicio sacerdotal desaparece, espontáneamente se esfuma.

En 1Pedro 2:5

En la primera epístola de Pedro, vemos en el capítulo 2, versículo 5 cuatro entidades o asuntos que son verdaderamente asombrosos: 1) Piedras vivas; 2) edificados como casa espiritual; 3) sacerdocio santo y 4) sacrificios (espirituales) aceptables por medio de Jesucristo. Esto se refiere a nosotros.

Al creer, el Señor viene a nosotros como espíritu vivificante cuando creemos y somos vivificados gradualmente por Él, quien es el sacerdote divino, en Su sacerdocio lleno de vida para vivificarnos y solucionar el problema de la muerte y sus resultados (Ro 8). Ya no somos ladrillos polvorientos, barro con forma, sino piedras de edificación y piedras vivas, vivientes, igual que Cristo. Por medio de la regeneración recibimos la simiente de vida, que crece en nosotros para nuestra transformación de barro en piedras, y piedras vivas. Cuando nosotros los creyentes nos alimentamos de Cristo tomando la leche nutritiva de la Palabra de Dios crecemos en vida y somos edificados (1P 2:52; 1Co 3:9; Ef 2:20-22, 4:16; Col 2:7). El crecimiento tiene como fin la edificación de Su Casa (Gn 28:19, 22; 1Ti 3:15; 1P 4:17).

El sacerdocio santo

Aquí se refiere al grupo de sacerdotes, no a la función u oficio sacerdotal. El sacerdocio santo es la casa espiritual. En el Nuevo Testamento se usan tres palabras griegas con relación al sacerdocio: ierosúne, en He. 7:12, se refiere al oficio sacerdotal; ieratéia, en He. 7:5, se refiere al servicio sacerdotal; y ieráteuma, aquí y en el v. 9, se refiere a la asamblea de los sacerdotes, el cuerpo de sacerdotes, un sacerdocio. El cuerpo coordinado de sacerdotes, constituidos de Cristo es la casa espiritual edificada. Aunque Pedro no dirigió sus dos epístolas a la iglesia, ni usó el término iglesia en este versículo al recalcar la vida corporativa de los creyentes, sí usó las expresiones casa espiritual y sacerdocio santo, para referirse a la vida de la iglesia. No es la vida espiritual vivida de una manera individualista sino de una manera corporativa, la que puede cumplir el propósito de Dios y satisfacer Su deseo. Él desea una casa espiritual que sea Su morada, un cuerpo de sacerdotes, un sacerdocio, para Su servicio. La perspectiva de Pedro con respecto al servicio corporativo de los creyentes en coordinación es la misma que la de Pablo en Ro. 12. Este servicio nace de tres pasos vitales en la vida espiritual: el nuevo nacimiento (v. 2a), el crecimiento en vida al ser nutrido con Cristo (v. 2b) y la edificación con los creyentes.

La mayoría de nuestras Biblias dicen: “edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo” o “casa espiritual y sacerdocio santo” o “casa espiritual, sacerdocio santo”. En cualquiera de los casos lo que la Palabra transmite es que la casa espiritual es el sacerdocio santo. ¿Somos edificados como casa espiritual? ¡Sí! ¿Somos edificados como un sacerdocio santo? ¡Sí! ¿Dios lleva a cabo dos edificaciones paralelas? ¡No! Entonces la casa espiritual es para el sacerdocio santo y el sacerdocio santo es para la casa espiritual. Más claramente, la casa espiritual es el sacerdocio santo y el sacerdocio santo es la casa espiritual. Si la casa espiritual está siendo edificada es que el sacerdocio santo está siendo edificado. Cuando es edificado uno es edificada la otra. La Casa es el sacerdocio y el sacerdocio es la Casa. ¡Aleluya! Esta es una visión asombrosa. Somos liberados cuando Dios quita los velos de nuestros ojos. Recuerdo el himno que dice: “¡Cuando el corazón se vuelve al Señor el velo quitado será!”. Que seamos todos aquellos que no tenemos velos delante de nuestros ojos para ver que la edificación del sacerdocio santo es la única edificación que Dios lleva a cabo hoy.

La casa es espiritual porque es santa, porque el término espiritual denota la capacidad de la vida divina de vivir y crecer. Santo denota la capacidad de la vida divina para separar y santificar. La Casa de Dios subsiste principalmente  por la vida divina, por ello es espiritual. El sacerdocio subsiste principalmente por la naturaleza divina, por eso es santo. ¡Oh, el sacerdocio es santo, no simbólicamente, no ritualmente, sino en realidad, en la vida y naturaleza divinas y santas!

Sacrificios espirituales

Los sacrificios espirituales que los creyentes ofrecen en la era neotestamentaria, que son aceptables (Is. 56:7; Ro. 12:1; 15:16) ante Dios, conforme a la economía de Dios son: (1) Cristo como la realidad de todos los sacrificios de los tipos antiguotestamentarios (Lv 1-7), tales como el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión (Lv. 1— 5); (2) los pecadores que son salvos mediante nuestra predicación evangélica, ofrecidos como miembros de Cristo (Ro. 15:16); y (3) nuestro cuerpo, nuestras alabanzas y lo que hacemos para Dios (Ro. 12:1; He. 13:15-16; Fil. 4:18)”. Nosotros como sacerdotes hemos de ejercer nuestro oficio mediante Cristo como la realidad de todas las ofrendas.

Señor, queremos un servicio apropiado para el cumplimiento de Tu propósito. Señor, atráenos a Ti. Necesitamos ir a Ti para tomarte como la realidad de las ofrendas. Nos abrimos a Ti para recibirte. Sigue infundiéndote en nosotros para que Te sirvamos por medio de Ti mismo como la realidad de todas nuestras ofrendas.

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Este post contiene algunos apuntes del autor, en las porciones que ha disfrutado,
en su lectura, oración y estudio de La palabra santa para el avivamiento matutino,
titulada “Estudio de cristalización de Éxodo tomo 2″,
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además de los libros:

  • El avance del recobro del Señor hoy, caps 1-2
  • El sacerdocio, pág 54, disponibles para leer online aquí.
Referencias en ingles, disponible aquí:
  • The Collected Works of Witness Lee, 1965, tomo 2, págs 455, 459 y 461
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, “Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ, caps 7-8.

Un sacerdote es alguien especial que tiene ciertas funciones

Entramos al sacerdocio por la redención

La redención

Nadie puede convertirse en sacerdote de Dios por elección o decisión propia. La única puerta de entrada al sacerdocio es la redención. Todos los redimidos pueden -deben- ser sacerdotes de Dios. Es posible que el número de redimidos sea mayor que el número de sacerdotes que están viviendo y funcionando como tal, pero el número de sacerdotes nunca puede ser mayor que el de los redimidos. A Dios le corresponde seleccionarnos, elegirnos, redimirnos, salvarnos y capacitarnos para el sacerdocio. No existe una vía alternativa. El sacerdocio es de Dios, por Dios y para Dios, con nosotros y para nosotros.

Clase intermedia

El único caso en que aparecerá una clase de servidores de Dios, que van a la presencia de Dios, ministran a los hombres y participan en todos los asuntos de la administración divina, que es distinta de otra parte de los creyentes enseñada a depender de los primeros para contactar, recibir y disfrutar a Dios, entonces estamos ante un panorama de degradación de la iglesia. La única manera en que el propósito de Dios se cumplirá es que todos los santos sean sacerdotes activos y apropiados.

Un sacerdote es alguien que sirve a Dios…

  • Cuando disfruta a Dios en Cristo (Ro 1:9; Ga 5:22)
  • Por medio de Cristo como realidad de las ofrendas (1P 2:5)
  • Con Cristo, mediante Cristo, por Cristo (Fil 1:8, Col 1:27-28; 2:9-10).

Un sacerdote es alguien que tiene una relación íntima con Cristo.

  • Disfruta a Cristo (Fil 3:1; Ef 3:8).
  • Vive por Cristo -Cristo es su comida, su vestido y su morada (Jn 6:57b; Ga 3:27; Jn 15:4).

Un sacerdote es alguien que contacta y se mezcla con Dios.

  • Contacta a Dios al mezclarse con Dios (1 Co 6:17)
  • Está absolutamente y completamente mezclado con Dios (Jn 14:20).

Un sacerdote es alguien que está vinculado de manera única con la morada de Dios.

  • Llega a ser parte de la morada de Dios, la casa de Dios (1P 2:5).
  • Edifica la morada de Dios (Ef 2:21-22).

Un sacerdote es alguien que testifica de Dios.

  • Porta en sí mismo el testimonio de Dios (Ap 1:2, 9).

Un sacerdote es alguien que ministra…

  • Cristo mismo a los demás (Ro 15:16; 2Co 4:5).

Un sacerdote es alguien que introduce la comunión de Dios y el hombre.

  • Introduce al hombre en comunión con Dios y que introduce a Dios en comunión con el hombre (1Jn 1:3).

Un sacerdote es alguien que labora.

  • Es un sacerdote del evangelio de Dios (Ro 15;16).

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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino,“Estudio de cristalización de Éxodo tomo 2″, semana 12: “Un reino de sacerdotes”
  • El avance del recobro del Señor hoy, caps 1-2
  • El sacerdocio, pág 54
  • The Collected Works of Witness Lee, 1965, tomo 2, págs 455, 459 y 461
  • The Collected Works of Witness Lee, tomo 2, «Functioning in Life as Gifts Given to the Body of Christ, caps 7-8.

Un reino solamente de sacerdotes

Un reino de sacerdotes, apartados para Dios.

En Éxodo 19:6 dice: «Vosotros me seréis un reino de sacerdotes«. Dios escogió a Israel para que fuese un pueblo distinto. Dios nunca tuvo el propósito de que Israel fuera como las demás naciones. La intención de Dios nunca fue hacer que Su pueblo escogido fuera igual que el resto, sino un pueblo distinto, un pueblo enteramente formado de sacerdotes. Esto marcaría una distancia entre Israel y las naciones.

El deseo de Dios es que la nación completa fuera un grupo de sacerdotes -todos apartados y santificados para Dios. Ellos sin duda serían diferentes de las otras naciones.
“Dios se deleita en separar a los hombres de la tierra para Su servicio, y se complace en ver [que todos] vivan dedicados a Sus asuntos”

Israel perdió el sacerdocio

La situación en Israel se deterioró. Durante mucho tiempo sólo los levitas tenían acceso al tabernáculo. Las restantes tribus estaban excluidas. Esto es un panorama de lo más triste. Sólo un pequeño grupo dentro del total podía ejercer como sacerdote. El resto dependía de los de la tribu de Leví. Su acceso estaba por ello muy limitado. Pedro en su primera epístola nos dice que “somos real sacerdocio” (2:9). Juan, poco antes de morir nos dice que somos un reino, sacerdotes para nuestro Dios y Padre (Ap 1:6). El sacerdocio universal, universalmente asumido, recibido, respondido y practicado es una gran victoria de Dios. Una clase intermedia de sacerdotes, por encima del resto de los creyentes, constituye un fracaso para Dios hoy, y un deleite para el enemigo. Sólo cuando caemos, retrocedemos, somos tibios, corruptos o estamos degradados, necesitamos que otro asuma el papel de contactar a Dios en nuestro lugar. Hemos de decir “¡No!” de manera firme a cualquier clase de intermediación.

Recobro mediante la iglesia

El Antiguo Testamento es sólo un cuadro, la realidad de esto se haya en el Nuevo Testamento. La realidad del sacerdocio está en la iglesia hoy. Esta misma intención de Dios se ha trasladado completamente a la iglesia hoy: Obtener un sacerdocio. Israel, mediante su pecado, anuló e imposibilitó el deseo original de Dios de establecer una nación sacerdotal. Esto está siendo recobrado hoy mediante la iglesia. Por ello el llamado de Dios es que todos los hijos de Dios hoy deben ser sacerdotes, que vivan apartados del mundo para Dios, aparte de los asuntos mundanos e inmundos y dedicados a los intereses de Dios para el propósito de Dios.
Los redimidos son una nación completamente destinada a esperar, seguir y servir sólo a Dios (Ro 1:9) donde todos sean estos sacerdotes, que van a Dios, reciben a Dios, son llenos de Dios y están dedicados por completo a Dios. El Señor nos introdujo en el sacerdocio mediante Su obra redentora (Ap 5:10) para que todos los llamados -no algunos de ellos, no los más capacitados, no los más dotados..-, sean sacerdotes. Si somos sobrios y tenemos una visión clara, podemos responder a la siguiente pregunta de la siguiente manera:
¿Cuántos sacerdotes debe haber? Exactamente el número de los redimidos por la sangre del Cordero.

En la presencia del Señor

Cuando permanecemos -y aún vivimos- en la presencia del Señor, entonces llegamos a ser un reino de sacerdotes para Dios. Allí hay un disfrute mutuo difícilmente descriptible y ciertamente imposible de encontrar en otro sitio. Dios es nuestra porción, para nuestro suministro adecuado y suficiente. Nosotros somos Su tesoro. ¡Aleluya, esto es maravilloso!

 ¿Qué somos?

En cuanto a nuestra persona somos hijos de Dios y en cuanto a nuestra ocupación somos sacerdotes. Así que hemos sido llamados para recibir al Dios Triuno como el Espíritu, Quien es el Hijo con el Padre, y esa es la vida divina disponible mediante la cual somos regenerados para llegar a ser hijos verdaderos de Dios, engendrados, no adoptados (Ef 1:5; He 2:10), cuya única ocupación sea el sacerdocio (Ap 1:5-6; 5:10).

Un sacerdote

¿Qué es un sacerdote? No es propiamente un cura tradicional o alguien que trabaje para Dios, ni siquiera alguien profesional que de manera continua reciba un salario.
«Para entender lo que es un sacerdote, necesitamos ver el plan eterno de Dios (Ef. 3:11; Gn. 1:26): El plan de Dios consiste en forjarse a Sí mismo en un grupo de personas a fin de ser la vida de ellas y que ellas puedan ser Su expresión (Ef. 3:16-17a, 21; Col. 3:4)”.
El hombre está diseñado y creado para recibir a Dios, ser lleno de Dios, saturado de Dios, empapado, constituido y absolutamente ocupado y poseído por Dios, y para que, como resultado, Dios fluya de él. Cuando Dios fluye de nosotros, estamos expresando a Dios, es decir, Dios mismo llega a ser nuestra expresión, como resultado de ser nuestra vida y nuestro vivir.
La Biblia de principio a fin nos muestra que Dios quiere obtener un sacerdocio. Todas las cosas gloriosas en la Biblia están relacionadas con el sacerdocio (Ap. 21:11; 22:3b). El hombre fue destinado y creado para recibir a Dios, para ser lleno, saturado y empapado de Dios, y para que Dios fluyera de su interior a fin de ser una expresión viva de Dios; ésta -dice- es una breve definición de lo que es un sacerdote.
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Ref:
  • La palabra santa para el avivamiento matutino, “El recobro del sacerdocio con miras al edificio de Dios”, semana 2, “La definición de lo que es un sacerdocio”
  • Estudio de cristalización de Éxodo, tomo 2
  • Mensajes para edificar a los nuevos creyentes, de Watchman Nee, tomo 3, págs 952-953
  • The Collected Works of Watchmen Nee, tomo 57, págs 199-200
  • The Collected Works of Watchmen Nee, tomo 57, pág 201

Regresar a la normalidad como sacerdotes para ser edificados juntos

¿Qué es un sacerdote?

Un sacerdote, según la revelación pura de la Biblia -de ningún modo en términos tradicionales- es un ser humano normal. Por extensión un creyente normal es uno que vive en el espíritu, como Pablo en Romanos 1:11, sirviendo al Señor allí en adoración. 

Primeramente es alguien que comprende «que el plan de Dios consiste en forjarse en un grupo de personas a fin de que Él pueda ser su vida y ellos puedan llegar a ser Su expresión (1P 2:5,9; Ap 1:6). Si no servimos a Dios, no importa ninguna otra cosa, nuestra persona y acciones son anormales desde la perspectiva de Dios. El estándar es nuestra relación con Dios, la naturaleza de la misma y nuestra posición (5:10).

Por otro lado, un sacerdote no es alguien que trabaja para Dios, sino alguien que “recibe a Dios, que está lleno, saturado impregnado de Dios, y de cuyo interior Dios fluye a fin de que él sea una expresión viva de Dios» (1P 2:5,9). Esto significa que sirve a Dios en su espíritu, siendo vivificado por Dios, completamente guiado por Dios (Ro 1.9; 8:11, Ef 3:16-21;). Nuestro concepto debe cambiar. El verdadero sacerdocio debe ser recobrado.

¿Cómo?

Debemos abrirnos primeramente a Dios. Esto significa que debemos ser plenamente receptivos a Dios. Es seguro que Dios desea entrar. Si nosotros le abrimos las puertas de manera amplia, Él entrará para inundarnos consigo mismo. Hay miles de creyentes que han pasado por esta etapa y pueden -podemos- testificar que cuando nos abrimos a Dios, Él entra en nosotros y somos llenos de Dios, esto desde el punto de vista de Dios es uno de los requisitos para que Él llegue a ser nuestra expresión, es decir, para que nosotros lo lleguemos a expresar. Desde nuestro lado esta es una experiencia superior, maravillosa, indescriptible. No hay logro, cumplimiento, entretenimiento, motivación o actividad que iguale a ser lleno de Dios en cuanto a su plenitud y disfrute.
Una vez que nos abrimos a Dios, somos llenos con Él y completamente impregnados (1Ts 5:23). De este modo somos uno con Dios y somos vestidos de Él exteriormente como poder, sino que en nuestro interior Él lo satura todo (Lc 24:45; Ef 5:18).

Una vez llenos y saturados de Dios…

Así, y de manera espontánea, Él fluirá desde nosotros. ¿No quiere usted ser lleno y saturado con Dios? ¿No anhela que Él fluya de usted? Esto es lo máximo, algo absolutamente satisfactorio y fuera de este mundo. Dios es el creador de todas las cosas y el sostenedor de todas las cosas con la Palabra de Su poder. Este Dios maravilloso es único y eterno, sobrepasa cualquier otra cosa en majestad, poder, excelencia, dulzura y perfecciones.
Este Dios inimitable entró en la humanidad y llegó a ser el Espíritu dador de vida, el otro Consolador, para traer todas las riquezas de Dios a nosotros, a nuestros interior, a nuestra limitada y pequeña aldea humana personal. Este Dios puede llenarnos y sólo necesita que nos abramos a Él y llegar a ser unidos con Él (Ef 6:17). Una vez que esto ocurre, comenzamos a ser edificados con otros en este fluir de vida (Jn 7:38; Ef 2:21-22).

Resultados

FluiráAsí que debemos vivir únicamente por los intereses de Dios y servirle a Él, no trabajando para Él, sino recibiéndole, siendo llenos de Dios. Los intereses de Dios consisten en forjarse en un grupo de personas, un sacerdocio santo y real, como Su morada. Para ello, Él debe llenarnos y fluir desde el interior de nosotros. Así Él llega a ser nuestra vida y nosotros obtenemos Su expresión viva, es decir, expresamos a Dios de manera apropiada.
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Señor, Amamos Tu edificación. Nos abrimos a Ti para ser llenos. Sabemos que puedes y quieres saturarnos contigo. Te alabamos por Tu plan. Revélanos Tu plan aún más. Cuánto te necesitamos. Sabemos que quieres impartirte en el hombre para edificar así Tu morada. Guíanos para que podamos ser los creyentes normales, que te sirven abriéndose a Ti, recibiéndote a Ti, siendo saturados contigo, y siendo revestidos contigo como poder, para que Tu edifiques Tu hogar. Gracias, Señor.
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Ref:
  • El recobro del sacerdocio con miras al edificio de Dios”, semana 2, “La definición de lo que es un sacerdocio”
  • Estudio-vida de Éxodo pág 1408, disponible para leer online aquí.